Cap 24

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El día siguiente, me levanté temprano para ir a pasear a los perros. Tenía los ojos un poco inchados de llorar, aquella carta había rodado un poco fondo, pero fácilmente se arreglaba con base. Salí de casa, inspiré Indo y me fui directa a recoger a los perros. Una vez estuve con ellos me pelee con la fuerza de los dos caniches, uno blanco y otro negro y renegué con las paradas para mear del bulldog.
Me diriji hasta Paseo de Picaso, un parque muy, demasiado, exageradamente grande para que todos pudieran mear y cagar porai, y para, de vez en cuando, salvarme de recoger la mierda.

Entre al parque, en la puerta que hay delante del Arco del triunfo e intente ir a dar una vuelta pero delante encontre Trey, atrallendo todas las miradas con sus bermudas vaqueras y una camiseta gris de tirantes la cual dejaba ver sus increíbles bíceps bien trabajados.
Me quede embobada durante un rato, hasta que me fije en su perro, era un husky precioso, de color blanco y gris, también pude ver que tenía un ojo azul y el otro marrón, los dos hacían la pareja perfecta.

No pude quedarme a mirarlo un poco mas porque de repente Duna, la caniche blanca, empezó a correr, y con ella le siguieron los demás. No me preguntes porque empezaron a correr, tampoco porque los demás la persiguieron pero ese acto de fuerza me arrastró casi por el suelo como una mopa.
Empecé a gritar como una loca, no, loca no, lo siguiente, pero de repente pararon todos y mire al frente.
Era Trey acariciando todos y cada uno de los chuchos que me habían estado arrastrando y me miro con una sonrrisa.
"Ai... mierda..." pensé.
-Holi. -Le dije con la voz de pito y levantando una mano.
-Que haces aquí? -Me dijo y después miro a su alrededor.- No me digas que son tuyos. -Siguio señalando a los perros.
-No... sólo los saco a pasear. -Dije enderezándome y con una mano tras la cabeza.
-Ellos te sacan a ti, por lo que veo.
-Ja, ja, ja. -Conteste riendo con sarcasmo, después mire a ese perro tan precioso.- Es... es tuyo? -Pregunte señalando al husky.
-Se llama Alaska. -Contestó mientras él se acercaba a mi. Me puse tiesa en seguida.- Pero la puedes llamar Alas.
Mire al perro, era tan bonito que no me percaté de cómo pero se hizo con las correas todos los perros que estaba paseando y me besó en la mejilla.
-Te ayudo.
-Esta bien, puedo yo. -Dije intentandole arrebatar las correas.
-Ah, ya lo he visto. -Contestó alejando las manos.

Nos pusimos a caminar por la zona, Alaska era tan obediente que sin correa, no se separaba de nosotros, muy diferente a los que llevaba yo, al mínimos descuido, te usan de trapo.
Le indiqué el nombre de todos los chuchos, y después de media hora nos fuimos a la puerta del parque para salir.
-Me voy por aqui. -Le dije haciéndome cargo otra vez de las bestias peludas.
-Que haras después? -Pregunto mientras le ponía la correa a Alaska.
"¿Que, que hago después? Ir a clases Trey, porque soy una cría de dieciséis."
-Nada. -Me limite a contestar.
-Te acompaño a dejarlos, después nos vamos a comer algo, -Dijo llevándome de la cintura.- estoy seguro que nisiquiera has desayunado.
"Pues ahora que lo dices..."
-Bueno... -Conteste a su petición, deveria de decir que no, ya que tenía que ir a clases pero, una falta de un día entero no haría daño ¿no?.- vale. Pero puedo ir a dejarlos yo, está un poco lejos.
-No importa. -Contestó y nos encaminamos hasta la casa de los chuchos que llevaba.

Dejamos a todos en sus respectivas casas, después nos alejamos un poco mas hasta dejar Paseo de Picaso y llegar a Paseo de Gràcia.
Fuimos a un edificio de cristal y metales rodeándolo, los metales eran láminas como olas y el cristal de un color azul marino. No era mas alto que los demás, pero destacaba un poco por sus colores, ya que el resto eran de un amarillo pastel, entramos y quedé fascinada con lo que había detrás de esa puerta.
Era enorme, como un hotel de cinco estrellas, eso hasta sería quedarse corto. El suelo de mármol amarillo brillante y las paredes blancas con toques dorados u amarillos también, tenía como una recepción donde había una chica joven sentada, pero pasamos de largo hacia un ascensor enorme que había al final del todo.

Tras nuestra supuesta verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora