Cap 50

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Durante los días siguientes, no estuve mucho con el, la pase más con el grupo, con Isavella, intentando pasar el mayor tiempo posible con ella antes de que se fuera, antes de que no nos podamos ver hasta dentro de muchos.
Me equivoco si digo que tampoco no me vi mucho con Trey, porque él muy capullo no me dejaba ni estar en mi casa, es decir, que siempre tenía una excusa para estar conmigo. Si no era un, "Te extraño, solo será esta noche, ¿si?", es un, "Me da que si te dejo sola un segundo no sobrevives.". Por eso, o él se colaba en mi casa, o me llevaba a la suya por mera obligacion.

Ya se acercaba en viernes, el día que Isa cogía un avión y se iría lejos, lejos de mi. Eso me ponía mala, odiaba pensar que estaría tan lejos de ella, pero..., no lo podía parar, ¿verdad?
El jueves por la noche, hicimos pellas, ambas, (también yo en el trabajo) y nos fuimos a una playa, lejos, (a la cual nos acercó Trey claro). Una cala preciosa llamada "Playa Fonda", tenía una roca inmensa para tirarse de arriba, el agua era cristalina y lo mejor de todo..., era que no tenía arena, era de esas de arena de piedrecitas pequeñas, no fina. El puto paraíso, para nosotras, para pasar nuestro último momento antes de que ella se marchara.
Ya nos teníamos que ir, cosa que me ponía triste. El tiempo se había hecho demasiado corto con ella a mi lado.
La iba a techar muchísimo de menos...
-¡Eva! -Me gritó sacándome de mi ensoñacion.
-¡¿Que?!
-¡Ya nos tenemos que ir calabaza! -Me gritó de nuevo, desde las escaleras de salida.
Ese lugar era en los pies de unas pequeñas montañas y grandes rocas, por eso la única salida era arriba, y a ella llegabas con una escalera hecha de rocas que, desde arriba te dejaba ver las piedras bajo el mar.
-¡Voy! -Le grite cojiendo lo último que me quedaba.
Subimos sacándonos las ultimas fotos con el fondo tan precioso que teníamos, y salimos de la cala, dirigiéndonos hasta el Audi de Trey, que nos esperaba en la salida.
-Hola... -Le dije a Trey cuando entre al coche.
-¿Que tal os ha ido? -Dijo el girándose a mirar también a Isa.
-¡Genia! -Le contestó ella animada.
Sonreí con ternura.
Por supuesto que nos había ido genial, la pasamos nadando, cantando, comiendo, y tirándonos desde una roca gigante..., ¿como eso no nos iba a gustar?
Pero la cosa era... que ya se había terminado.
-Bien. -Contesté con una sonrisa un poco falsa y triste.

Trey nos llevo hasta la casa de Isa, y me costo horrores decirle que me dejara esa noche, él muy cabron no quería perderme de vista ni un segundo.
Así que ahí estábamos, mirando pelis en el enorme cuarto de Isa, mientras nos zampábamos un bol enorme de palomitas, hasta que el tono de llamada de su movil rompió la tranquilidad.
-¿Quien es? -Le pregunte mirando el movil, el cual estaba con la pantalla hacia abajo.
Se encogio por completo por el susto y al ver de quien era la llamada se puso un poco roja, y me miro con los ojos como platos.
-Es Zak... -Me dijo en un hilo de voz triste.
Moví mis manos hacia la puerta, indicándole que valla a hablar con el, y me hizo caso, desapareció de de la habitación dejándome sola.
Ella y Zak, la habían pasado un poco canutas durante los últimos días. Intente hablar con el, pero su excusa era siempre la misma: "No se tendría que ir y dejarme tan pancha.". Y siempre me lo decía emfadado, pero yo sabia que en el fondo le dolía tanto como a mi, puede que más, que Isa se valla. Así que me alegre que le llamase en ese momento, porque como dicen, es mejor tarde que nunca.
Me llego un segundo después un mensaje, de Isa.

-Tia... Zak está aquí... nos puedes dar un momento? Yo después vuelvo.
Me decía en el mensaje

-Claro, si quieres me voy a casa y os dejo a solas.
Le contesté.

-Es muy tarde, quedate.

-Tranquila, el metro funciona hasta las tres hoy.

-Ok... ¡gracias!

-Nos vemos mañana a las nueve en el aeropuerto.

-¡Si!

Y pues escrito y mandado eso, alisté mis cosas y salí de su casa, lo más sigilosa posible para no despertar a sus padres y no molestar ese par, que de seguro harían de todo menos hablar.
Ya de ida al metro, le mande un mensaje a Trey, para que supiera que me iba hacia casa.

Tras nuestra supuesta verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora