Capítulo 8

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Busqué en internet, y resulta ser que *barista* es alguien experto en café. No es que yo sea experta en ello pero me se mis truquitos y tengo habilidades para ello.
Todavía no tengo ni idea de para que necesitan a alguien así en una empresa de esa calaña pero no me pienso parar a preguntar.

Mi día en el instituto fue bien, hablé con Isa sobre el beso con Alex y ya os imagináis cómo reaccionó, ¿no?. Como siempre tuve que irme dos horas antes de la salida para llegar a cubrir las horas de Elissa.
Al llegar al trabajo, me puse a atender clientes, despues tendria la charla con el jefe para dimitir o cambiar horas, dependía de él. Todo estaba bien, clientes satisfechos, hasta que entró ese señor, el tal David que estuvo en mi casa y rebuscó en mi ropa interior. El mismo que me puso la mano encima y no paraba de acariciarme la cara diciendo que tenía la misma piel de mi madre. Alto, pelo negro, moreno, lleno de tatuajes. Volví a sentir ese escalofrío en el  cuerpo y fue a mas cuando me encontró con la mirada.
Se sentó en una mesa sin quitarme los ojos de encima, yo trataba de seguir a lo mío pero después me di cuenta de que esa mesa era una de las que tenía que atender así que me tuve que acercar.
— Hola... buenas tardes... ¿que desea? -Le dije con el corazón en la mano.
— Asi que aquí trabajas Eva...
— Solo... -Le dije como si fuera un susurro, despues levanté la voz y dije- Que desea?
— Un wodzca.
— Ahora se lo pongo.
Me di la vuelta, sentía sus ojos posados en mi, no apartaba la mirada. Le serví el wodzca y me fui.
Se quedo ahí sentado durante horas, sin dejar de mirarme hasta que me llamo.
— Dame la cuenta Eva por favor. -Habló con un tono me me dio bastante miedo.
— Ahora mismo. -Le dije intentando camuflar un poco mi miedo.

Le tendí la cuenta, me pago y luego se fue. Me estaba empezando a dar miedo, pero menos mal que se largó y no lo vi marchar. Las horas siguientes, hasta llegar a las dice y media fueron bien, cliente tras cliente hasta que llegó la hora de cerrar y hablé con Totoro para comentarle lo de mi nuevo trabajo.
Estaba llegando a su oficina, toque la puerta y entre.
— Disculpe señor... -Le dije mirándolo a él y después a todo su alrededor.
Era un despacho pequeño y oscurito, olía un poco a sudor y estaba todo lleno de papeles, fotos y dos ventiladores.
"Si así está ahora en invierno no quiero pensar como esta en verano" pensé.
— ¿Si Eva? -Me contestó el mirando desde su asiento.
— Quería comentarle... -Le dije llegando a la silla que tiene delante de su escritorio y sentándome en ella- Que he recibido una oferta de trabajo y tiene las horas que hutilizo al trabajar aquí.
Puso su cara comprensiva lo que me ayudó a continuar.
— Queria saber si me podría arreglar las horas o tendría que dejar el bar.
— Es una pena Eva, te hemos cogido todos mucho cariño aquí y seria una pena que te vayas ahora. -Dijo  mirándome a los ojos y estirándose un poco después de acomodarse la camiseta- No puedo acomodar horas Eva. ¿Porque tengo entendido que no puedes venir por la mañana no?
— Asi es señor -Le dije asintiendo.
— Pues lo siento mucho pero me es imposible entonces Eva...
"Mucho mejor de lo que esperaba..."
— Vale señor, recogeré mis cosas mañana. ¿le parece?
— ¿Y que pasa con las horas de Elissa?
"OH MIERDA"
— Elissa... No podre venir...
— Termina la semana Eva, después podrás plegar para irte. - Dijo antes de que terminara, cogiendo un monton de papeles- Y por favor, llamame Eric.
— Si señor...-Le dije casi- Eric, vale.
— Nos vemos mañana Eva.
— Si hasta mañana

La charla con el jefe fue bien, solo trabajar una semana más para después de la llegada de Eli irme y así tener tiempo para mi nuevo trabajo.
Eran las once pasadas, y estaba haciendo bastante frío. Mi camino a casa fue tranquilo hasta que me volví a encontrar a ese señor grandote en la puerta de mi casa. Estaba hablando con mi madre.
Ella estaba con una minifalda negra y un camisón blanco, que no le llegaba más allá de los muslos. Llegue hasta ahí con miedo a entrar a casa, y ambos se pararon a mirarme.
— ¿Que haces tu aqui niña? -Me preguntó mi madre.
— Vivo aqui mama. -Conteste en tono bajo, creo que nisiquiera me oyó.
— Hola Eva... -Dijo el señor, "David" creo que es su nombre.
— Hola... -Le contesté casi en susurro

Entré en casa, dejándolos atrás. Escuche la puerta de casa cerrarse y salí de mi cuarto asomando la cabeza.
— ¿Quien es ese mamá? -Le pregunté a mi madre la cual estaba caminando desde la puerta hasta su cuarto tambaleándose.
— Nadie que te importe. -Contestó cogiendo una botella de licor.
— El otro dia estaba en mi cuarto rebuscando en mi ropa entirior mamá...
Ella me miro y se acerco, olía a licor, a nicotina y marihuana... no es un perfume agradable que digamos.
— Que pena niña, ¿te ha mirado unas cuantas braguitas? -Me dijo con tono de burla.
— Mama... -Susurré.
— Asi es la vida niñata, no puedes interponerte a los hombres, y menos tu que eres una cría de 15 años. -Amenazó levantándome la botella- Bastante hago yo por ti teniendo una casa y comida para que trages.
Me estremecí y comencé a temblar cuando me apuntó con la botella en la cara.
— Si mamá... -Le dije en silencio con la cabeza agachada y el cuerpo echo flan.
— No seas desagradecida, malcriada.
— Si Mama...

Se alejó y desapareció en su cuarto, por estas cosas no me gusta hablar con ella. Como siempre las ganas de llorar surgieron inminente. Saber que tu madre no se preocupa por ti, y que nisiquiera sabe tu edad... es duro. Me acosté intentando pensar en cómo era antes, como mis padres me quería con locura y me traían a casa con la comida hecha. Platos calientes preparados por Mama en la mesa y papa cogiéndome en brazos para sentarme en la silla. Cuentos nocturnos y besos de buenas noches...

Tenia un trapo en la mano de color amarillo manchado de sangre, mi madre a mi lado estaba con una mopa limpiando el charco rojo que había dejado mi padre el cual estaba tirado en el suelo. Mama no me decía nada, solo sudaba y lloraba...
— Limpia eso. -Me dijo  mi madre alejándose de mi.
Le hice caso. Mi padre seguía ahí tirado, con los ojos habiertos y la boca cerrada. Daba miedo, mucho miedo. Mama cogió una lona verde y envolvió a papa con eso. No tenia ni idea de lo que estaba pasado, "solo tengo 10 años" pensé.
Mi madre lo llevo arrastrando hasta la parte de atrás de casa, mientras yo me quedaba limpiando más manchas rojas
— ¿Cres que te has librado de mi? -Dijo una voz masculina y grave desde lejos.
Me di la vuelta con el trapo mojado con sangre en mano y vi a un hombre cubierto de sangre y caminando hacia mi a toda prisa.

Me desperté otra vez, cubierta de sudor. No solía  soñar esas cosas, me estaba acojonando y mucho, pero eso no era cuestión para amargarme el día, "tan solo es un sueño", pensé otra vez. Y Dios mío, que equivocada que estaba

Tras nuestra supuesta verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora