El día siguiente cuando llegue al trabajo Laura no me dirigió la palabra, era extraño ya que normalmente siempre es la primera en saludarme.
— Lauri... -dije con voz de pito.- ¿que te pasa?
— Nada -Contestó sin mirarme.- ¿por?
— Te noto diferente.
Se quedó callada un momento mientras limpiaba tazas con un pañuelo blanco, de repente paró y lo dejo todo de sopetón en la mesilla.
— Te fuiste de cenitas con Duarte a un restaurante súper caro y, ¡Joder! -Me dijo casi gritando.- ¡Esa cena era mia Eva!
— En realidad cenamos en un McDonal's -corregí con el dedo.
— ¿Porque no me lo contaste antes? -Me dijo mirandome por fin.
— ¿Porque estas asi? ¿Por no contártelo o por ir a cenar con el?
—¡Ambas! -Contestó casi en grito.- Joder Eva... ¡Ambas! Te dije que el jefe me ponía y ¡¿tú vas y cenas con el?! ¡Eras la puta ama y a la vez una mentirosa de mierda!
— Ahora si no te comprendo... -contesté confusa.
— Pues que, felicidades por cazar al pez gordo.
En ese momento pensé, pensé en dos coma cero segundos y asimilé rápido. Nadie podría saber nada entre Trey y yo, una porque no tengo la edad que supuestamente tengo, dos, se podría enterar alguien que conozco del instituto y todo se iria a la mierda, no se si quiero que Trey sepa lo que hay tras mi supuesta verdad.
— El señor Duarte y yo, no tenemos nada Lau... -Le dije en suspiro.
Ok, tal vez lo que hacía estaba mal, pero no me podría arriesgar a esas tres peticiones.
— ¿Entonces la cena?
— Fue cosa del momento.
— ¿Y porque no me lo dijiste?
— Porque no tiene importancia. -Contesté y cogí la bandeja para entregar pedidos.La tarde seguía a su ritmo, Laura empezó a hablarme con normalidad.
— Voy a servirle el Café al señor Duarte Evi.
Será cabrona... No Eva, mantente serena...
— Ok... -Contesté conteniendo mis malos pensamientos.
Se fue con la bandeja en mano, como si fuera el mejor día de su vida, pero segundos después volvio con una cara de enfado que me recordó a la de Red de "Angry Birds".
— Quiere verte. -dijo tendiéndome la la bandeja.- Quiere otro café, el que le lleve se lo ha terminado. Y de un trago además.
Me quedé boquiabierta, no me esperaba esa reacción de él al ver que no era yo quien le atendía. Sentí un punto de orgullo en el pecho, pero lo escondí bastante bien.
— Vo...voy. -Contesté y me puse a hacer el café justo como sabía que le gustaba.Estaba de camino, con bandeja en mano. Los cristales de su despacho estaban opacos, así que me dispuse a picar la puerta. Una pequeña oleada de felicidad me vino al cuerpo junto a ese ya tan familiar cosquilleo y fueron a más cuando entré en el despacho. Estaba sentado tras su gran mesa de madera brillante, apoyado en los apoyabrazos de su gran sillón de piel y después de mirarme, sonsacó una sonrrisa.
— Por que no viniste antes? -preguntó mientras se levantaba del sillón y venía hacia mi.
— Laura está empeñada en servirle el café, señor Duarte. -solté os más cortes posible.
Dejé las cosas en su mesa y de sopetón me cogió de la cintura casi elevándome por completo por los aires, me sentó en la mesa haciendo que abriese las piernas para que encaje sus caderas entre ellas y me reí como una niña en un parque de atracciones.
— A partir de ahora vendras siempre tu -me ordenó mirandome a los ojos, casi rozando mis labios.- ¿entendiste?
Asentí en silencio y después nos undimos en un beso. Eran tantas las cosas que sentía con el que me hacía olvidar del resto del mundo, no reaccionaba, sólo recibía y daba. Subí mis brazos hasta rodear su cuello y hundir mis dedos en su pelo, el apretó sus caderas hacia mi entrepierna haciendo que sintiera algo extraño demasiado agradable. Me paré de sopetón y lo mire a los ojos, no tenia ni idea de que había sido eso.
— ¿Que pasa...? -preguntó entrecortado.
— Nada... -respondí atrayéndolo a mi otra vez.
No pudo pasar ni un minuto cuando alguien tocó la puerta, no se que fue más sorprendente, si como reaccionamos o la rapidez en la que nos movimos para separarnos. Entró a despacho una chica rubia de ojos claros, falda de tubo negro con blusa blanca.
— Señor Duarte, tengo los documentos que buscaba.-dijo con una voz angelical.
— Déjelos aqui. -contestó el señalando el lugar.
A mi no me dio tiempo para ver que pasaba después porque antes que se dieran cuenta, me fui corriendo cual ratón acaba de ver a un gato. Llegué a la cafetería dispuesta a seguir con el trabajo, afrontarme a la mirada asesina de Laura y con la cara más roja que un tomate.Llegaba mi hora de salir, todavía faltaba media hora casi pero en un segundo divisé la presencia de Isavella en el lugar. Llevaba un pantalón negro que se ceñía a su bien definido cuerpo con un top del mismo color que se podría pasar por sujetador, le cubría una camisa habierta de rallas azul marino y llevanba sus comvers blancas sucias. Caminaba con un estilo elegante y muy juvenil, casi me dio envidia.
— ¡Calabaza! -gritó a dos metros de mi, alcanzándome después.- Me encanta tu nuevo curro.
— ¿Que haces aqui? -Le dije mientras seguía limpiando tazas.- Te dije a las nueve e inpunto.
— Sabes que me gusta llegar antes de la hora Ev. -dijo y se sentó en una butaca que había delante de la barra.- Sírveme un café de los tuyos Calabaza, sabes como me gustan.
Le sonreí y acaté su orden. Me di la vuelta para servirle su café, siempre era con mucha espuma, mitad café mitad leche, y dos de azúcar. Me di la vuelta a servírselo cuando lo terminé y lo puse delante suyo.
— Aqui tiene señorita Ortega.
— Este lugar es muy refinado. -dijo.- ¿Donde está tu hombre?
La miré sorprendida y después mire a mi alrededor rogando que nadie la hubiese escuchado, sobre todo Laura.
— No lo digas en voz alta, -susurré.- solo lo sabes tu y no me concierne que lo sepan los demás.
— ¿Por?
— Imagínate que lo sabe alguien que conoce a otro alguien del instituto, podrían hacer un alboroto ya que el es mayor... y yo podría ir a un orfanato manchando su reputación.
— Joder Ev... -Contestó dejando la taza en la barra.- Tú lees mucho... ¿Pero, podré hablar con él no? Tengo que ver si te merece y esas cosas. Ya sabes.
— Cualquier cosa, tengo veinte años y mis padres son maravillosos. -Le dije señalándola con un dedo.
— No puedes tener una relación así... ¿Sabias no?
— Solo será poco tiempo, cuando haiga mas confianza... o cuando pueda saber que el me aceptaría así, se lo contaré.
— Si se lo cuentas ahora y no te acepta, tal vez no valga la pena Calabaza.
La miré triste, lo que decía era verdad, joder que si lo era... pero no quería perderlo, aunque eso implique mentir, al menos por ahora.
— Se lo contaré.Terminó mi turno media hora después, presenté a Laura y Isa, después Laura se fue. Estaba limpiando la cafetería cuando hizo acto de precencia Trey. Gracias al cielo Isavella se había ido al baño porque el nada mas aparecer me apretujó en un abrazo y estampó sus labios con los míos en un beso cariñoso y dulce.
— ¿Nos vamos? -Dijo cogiéndome de la cintura y apartándose de mi.
— Pues veras... -Intenté explicarme pero Isa hizo acto de presencia.
— ¡Calabaza! Tienes que decirme que coño ponéis en los baños que huele tan bien, te aseguro yo que quisi... -se giró hacia delante y miró a Trey, después a mi, hizo lo mismo un par de veces y sonrrio.- ¿Así que tu eres el tipo que tiene pillado a Ev?
A Trey se le vio tenso por un segundo y después me miró de reojo, noté que estaba nervioso porque no sabia quien era la chica que le estaba preguntando, pero eso no hizo que quitase su mano de mi cintura.
— Eh... -Se limitó a contestar.
— Trey, esta es Isavella, Isa, el es Trey.- presenté.
Trey sonrió y estiró la mano.
— Eva me ha contado mucho de ti. -Le dijo a Isa con un apretón de manos.
— Eso es bueno. -Contestó ella con orgullo.
— Bueno nosotras... -intenté decir.
— Ibamos a cenar, ¿te vienes? -interrumpió Isa invitando a Trey a algo que no sabía que íbamos a hacer.
— Claro... -Contestó Trey un poco inseguro mirandome de reojo.- Tengo el coche aquí aparcado, -Sigio diciendo.- si os parece vamos en el hasta donde vamos a cenar.
Sonreí divertida porque seguro él pensaba en otro restaurante con cuatro tenedores, tres cuchillos y tres cucharas.
— Pues claro. -Contestó Isavella, por supuesto.Llegamos al parkíng y divisamos el Audi negro de Trey, noté el asombro muy bien camuflado de Isa y entramos en el coche.
— ¿Que coche es este? -Quiso saber.
— Un Audi Q8. -Contestó.
Isa volvió a impresionarse pero lo disimulo tan bien que hasta a mi me costó verlo.
— ¿A donde vamos? -dijo Trey arrancando el coche.
— ¡Vamos a donde trabajabas antes Calabaza! -soltó Isa mirandome por el retrovisor.- Dale la hubicacion.
Hice lo que me pidió y nos dirigimos hasta allí.
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Tras nuestra supuesta verdad
Teen FictionEva Cooper, hija única de una familia de tres, junto a un pasado confuso incluso para ella misma. A la temprana edad de los trece años tiene que buscarse la vida, dado a ello tiene que ponerse a trabajar con la ayuda de carnets de identidad falsos...