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Deokhwa:

—¿C-cansa... cansado?— inquiere Woosik entre jadeos, mientras forcejea conmigo para que no lo tire al suelo.

—Quisieras. — Le suelto, utilizando su propio peso en su contra y consiguiendo quitármelo de encima de una vez por todas. Woosik gruñe y trata de abalanzarse sobre mí, pero yo lo esquivo con facilidad y en un simple movimiento lo sujeto del brazo y lo derribo.

—Bien hecho Deokhwa— dice el maestro con satisfacción —; sigue así y pronto tomarás el lugar de Seongjin como mi mano derecha. Puedes ir a descansar. — Concluye, y luego de que le hago una reverencia de noventa grados, me voy en dirección al río. Al llegar, me quito el pantalón y me sumerjo por completo en el agua... Ja, es irónico que antes de que todo esto sucediera detestaba bañarme con agua fría, pero ahora es la que más me relaja y me ayuda a pensar con claridad. Hace unos días Kenji me preguntó por qué Yeonjun era el único a quien enviaba a hacer las rondas nocturnas, dijo que debería intercalarlo con otros chicos para que pudiera entrenar con el maestro de vez en cuando, pero no soy estúpido; desde que mi pequeño amigo le faltó al respeto aquel día en que otros dos chicos murieron por ese gas de acónito, el maestro busca cualquier pretexto para darle una paliza, ni de loco pondría a Yeonjun a su merced...

"Aunque cada vez me es más difícil protegerlo tanto a él como a los demás..." pienso, pero regreso a la realidad en cuanto escucho una voz distorsionada en la superficie; por lo que de mala gana salgo del agua, solo para encontrarme precisamente con Yeonjun, que luce bastante agitado, pero en cuanto me ve abre los ojos al tope.

—¡Hyung tu brazo! ¿Qué...—

—Estoy bien, Woosik me lastimó cuando estábamos entrenando, pero no es nada grave— explico, estoy por volver a hablar cuando él se me adelanta.

—Supongo que no le agradó que le dieras otra paliza ¿Eh?—

—Ciertamente no creo que le esté agradando la idea de tener que perder ante mí, pero para serte honesto a veces tengo la impresión de que lo está haciendo apropósito, cada vez que peleamos siento que se contiene demasiado. — Digo con aire pensativo, pero inmediatamente lo desecho y observo a mi amigo con seriedad —Pero eso no importa, lo que me importa es saber qué haces aquí tan temprano; se supone que tienes que ir a vigilar la casa de...—

—Es que es por eso que vine hyung— me corta el menor —; volvió— anuncia sin más, provocando que yo lo mire con perplejidad.

—¿Estás seguro?—

—Sí. Después de todo este tiempo había luz, y el olor del acónito se limitaba solo a una maceta que hay en la puerta... Además, la escuché tararear— contesta con seguridad, y luego de procesarlo, salgo del río y vuelvo a vestirme sin importarme demasiado el hecho de estar empapado.

—Hay que buscar a los demás y hacer un plan... Mañana nos largamos de aquí. —

Ariana:

Al llegar a casa de mi hermano, no puedo evitar sonreír con cierta ironía; la puerta ha sido sustituida por otra, pero la realidad es que eso no facilita el tener que entrar; de hecho, el recuerdo de las marcas de garras que tenía la otra puerta se encuentra tan fresco en mi mente que cualquiera diría que sucedió apenas hace unos días.

"Pero han pasado meses de eso. Y quedarte aquí parada como idiota no lo hará menos doloroso" me digo con severidad, y luego de dejar escapar un suspiro, me acerco hasta la entrada y abro la puerta. Justo como en mi casa, lo primero que sale a mi encuentro es el olor a encerrado, seguido de la visión de un montón de polvo aquí y allá; pero además hay algo distinto que no sé explicar... Quizás sea mi imaginación, pero pareciera que las paredes han perdido color y el piso luce más opaco, casi como si la misma casa lamentara profundamente la pérdida de su dueño —Este lugar solía ser tan cálido...— murmuro, sintiendo como inevitablemente mi corazón comienza a cargar con el peso de la nostalgia y los recuerdos que evoca este sitio; como pasé aquí tantas noches antes de acostumbrarme por completo a la soledad de mi propia casa; la forma en que Daniel trataba de distraerme para que no le prestara atención a los truenos que a veces las fuertes lluvias traen consigo; mis primeros entrenamientos... Sonrío con tristeza cuando, al llegar a la sala, automáticamente el recuerdo de ambos teniendo una pelea de almohadas en una noche de películas golpea mi mente, pero mi sonrisa se desvanece cuando el siguiente recuerdo que aflora de esta habitación es el de mi hermano tendido en un charco de sangre —Basta ya— me digo, reprimiendo las lágrimas y negando varias veces con la cabeza; tengo que ponerme a trabajar.

Lágrima de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora