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Ariana:

—Su herida va muy bien señorita Jung, si sigue así podré quitarle las puntadas la siguiente semana. — Comenta el doctor Jo con amabilidad —Aunque eso no la va a librar de que le haga una limpieza—

—Lo que requiera doctor, lo último que necesito es una infección— contesto, provocando que mi interlocutor lance una carcajada.

—A como es usted de cuidadosa dudo que eso pase. Tal vez le gustaría mirar a otro lado, va a dolerle— dice, y ahora la que ríe soy yo.

—No se ofenda doctor Jo, pero dudo que me duela más que cuando me suturó sin anestesia—

—Bueno, pensé que con el dolor de las puntadas la haría reaccionar, ese día estaba excesivamente tranquila para haber sido atacada por un hombre lobo. — Explica, y yo solo me limito a asentir para indicarle que comprendo sus razones —Bien, voy a comenzar. —

—¿Le importa si le hago un par de preguntas mientras trabaja?— pregunto, al tiempo que frunzo los labios para no quejarme; no sé qué duele más, si las hierbas del señor Lee o esta cosa.

—No, adelante señorita Jung—

—¿Puedo reanudar mi entrenamiento el lunes?—

—Dado el progreso que ha tenido, no veo por qué no. Si su herida ya no sangra con los lavados que se hace, puede comenzar incluso a partir de hoy. — Responde, completamente concentrado en lo que está haciendo —Solo procure no golpearse en esta parte. —

—Seré cuidadosa— digo asintiendo.

***

Voy caminando por la calle, feliz ante el hecho de que ya puedo comenzar a entrenar; estoy tan ensimismada pensando en si comenzar hoy o esperar hasta el lunes, que no me percato del chico que va saliendo de la tienda de conveniencia y termino chocándolo, y provocando que tire lo que llevaba en las manos.

—¡Lo siento!— exclamo apenada, al tiempo que hago una reverencia y me arrodillo para ayudarle al chico a recoger sus cosas.

—No te preocupes, yo tampoco me fijé por donde iba. — Responde él amablemente, al tiempo que recoge una botella con ya prácticamente nada de agua en ella; pero mi torpeza queda relegada a segundo plano al percatarme de que este chico no es coreano; tiene piel aceitunada, cabello negro y unos ojos color avellana que fácilmente podrían agujerar una pared.

—Aun así, fue un descuido de mi parte, lo lamento de verdad. Permíteme reponerte al menos el agua— propongo, pero el chico se echa a reír mientras niega con la cabeza.

—En verdad no es nada, déjalo así; fue culpa de ambos— dice divertido, y con un acento un poco extraño.

—Bien, pero conste que yo traté— comento, encogiéndome de hombros, y él solo se limita a sonreír.

—No es como que vaya a buscarte para que me pagues una simple botella de agua— replica, y luego de que ambos nos hacemos una pequeña reverencia, nos vamos en direcciones contrarias; pero al doblar la esquina yo me detengo en seco, ese chico era un licántropo.

Suga:

Me encuentro en la sala, revisando lo que ya llevamos del trabajo, cuando escucho el timbre sonar.

—Pasa. — Le digo a Ariana en cuanto abro la puerta; cabe destacar, que a pesar del calor que está haciendo, trae puesta una chamarra "Hay que ocultar la herida" pienso, al tiempo que me siento en el sillón, y es en este momento en el que llego a la conclusión de que no planea mencionar su accidente, y yo no puedo preguntarle nada, porque se supone que no estoy enterado.

Lágrima de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora