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Ariana:

Dejo de cortar vegetales en cuanto escucho el timbre sonar, pero al dirigirme a abrir vuelvo sobre mis pasos para tomar el cuchillo; ¿Paranoico? Tal vez, pero con el espectro nunca se sabe.

—Es un recibimiento interesante, pero me enorgulleces— comenta Suga divertido en cuanto abro la puerta.

—Bueno, en mi defensa yo no puedo oler a la persona que toca— replico encogiéndome de hombros, pero sonriendo de todos modos.

—Deberías contemplar al menos instalar una mirilla— dice el chico en tono pensativo, para luego negar con la cabeza varias veces y tenderme un par de tulipanes blancos.

—Son preciosos— murmuro sorprendida —¿Dónde consigues flores que no son de temporada?—

—No sería un regalo si te lo digo— responde con serenidad, para luego adoptar una expresión seria —. Son otra ofrenda de paz, tú sabes, por no haberte dicho lo de esta mañana...—

—Pero ya lo arreglamos Suga— lo interrumpo con simpleza —; no hay necesidad de seguirse disculpando... Aunque no voy a negar que me encantó el detalle— agrego, dándome la media vuelta para ir a la cocina por un florero.

—Uno es de parte de los chicos, ellos también querían disculparse— dice el pelinegro, entrando detrás de mí.

—Son tan dulces...— comienzo mientras abro una de las encimeras para sacar el florero, pero me interrumpo y doy un pequeño brinco al sentir un par de brazos rodearme por la espalda —Eh... ¿Todo está bien?— inquiero desconcertada en cuanto noto que Suga recarga la barbilla en mi hombro.

—La realidad es que me estoy sintiendo la persona más ridícula del mundo— comenta él, sin moverse de posición y dejando escapar una pequeña risa avergonzada —; pero cuando estábamos discutiendo llegó un punto en el que me llamaste Yoongi y...—

—¿Lo hice?— pregunto confundida y el muchacho simplemente asiente.

—Sé que es mi nombre, pero estoy tan acostumbrado a que me llames Suga que escucharte decirme de otra forma... dolió—

—Ah, mi pequeño lobo— digo enternecida, consiguiendo girarme dentro de su mismo agarre para poder mirarlo a los ojos y colocar mis manos sobre sus brazos —; lo lamento, de verdad no fue mi intención. De hecho ni siquiera me di cuenta... Supongo que estaba demasiado enfadada como para percatarme— explico apenada.

—No puedo creerlo, yo aquí sobre-pensando las cosas y tú ni cuenta te diste de lo que hiciste— me suelta el chico con un pequeño puchero, provocando que yo comience a reír mientras niego con la cabeza.

—¿De verdad esto lleva en tu mente todo el día?— pregunto, y al ver que Suga asiente nuevamente, yo vuelvo a negar con la cabeza —Pero si antes de despedirnos lo arreglamos todo... Yo te dije que estábamos bien ¿Recuerdas?—

—Sí, pero ese detalle seguía molestándome— se defiende —; como dije, no estoy acostumbrado a que me digas por mi nombre. Además, quería asegurarme de que de verdad te habías desahogado por completo y no te habías guardado nada. — Agrega, mirándome de forma inquisitiva.

—Estamos completamente bien, no hay nada que no te haya dicho. — Le aseguro, al tiempo que pongo mis manos sobre sus hombros.

—Genial, porque quisiera hablar sobre algo— responde, mirándome con seriedad, y yo me limito a señalar con la cabeza las sillas del comedor para que nos sentemos, pero Suga niega con la cabeza.

—Así estoy bien— contesta con naturalidad, al mismo tiempo que aumenta un poco más la fuerza de su agarre sobre mi cintura, causando así que yo me ruborice ligeramente.

Lágrima de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora