46

876 76 164
                                    

Ariana:

Día siguiente, entrenamiento arduo como siempre, y ni señales de que Jin piense al menos darme un indicio de lo que podría ser la dichosa sorpresa.

—No seas tan impaciente, aprende a esperar— me suelta divertido, luego de conseguir evadir por milésima vez mis intentos de indagar.

—Al menos dame una pista— replico, poniendo ojos de cachorro.

—Te ves adorable, pero eso no funciona conmigo, ya lo sabes— Dice con serenidad, para después accionar un botón que provoca que las dianas que tengo en frente comiencen a moverse.

—Aish— farfullo, centrándome en arrojar las dagas de forma correcta —¿Sabes? Nunca pensé que un hombre lobo tuviera conocimiento de combate con armas—

—La realidad es que no es tan necesario, pero en algunas misiones el anonimato de la condición es primordial, así que tienes que saber defenderte sin la necesidad de usar tus habilidades sobrenaturales. Jamás hay que atenerse a ellas, aunque definitivamente prefiero combatir cuerpo a cuerpo. — Explica, y yo solo me limito a lanzarle una mirada sorprendida.

—Es increíble—

—No es para tanto, simplemente...— comienza, pero de repente guarda silencio y comienza a respirar de forma más profunda.

—¿Jin? ¿Todo en orden?— pregunto, sintiendo una ligera ola de nerviosismo.

—Sí. Escucha, voy a aumentar la velocidad de movimiento de las dianas e iré a revisar una cosa; no quiero que te desconcentres— indica con seriedad, y luego de hacer lo que ha dicho, sale de la sala de entrenamiento.

"Extraño" pienso, regresando mi atención a los objetivos y comenzando a lazar con más rapidez mis dagas, pero de un momento a otro escucho sonido detrás de mí, por lo que me vuelvo justo a tiempo para ver una larga cuchilla acercarse a toda velocidad a mi rostro, así que sin dudarlo pongo con firmeza frente a mí mi última daga, logrando así desviar el arma y que ésta caiga al piso con un ruido sordo. Miro con una sonrisa socarrona al intruso, que me devuelve al gesto, para inmediatamente después darle lo que traía en las manos a su acompañante y comenzar a acercarse a mí, ahora con una amplia y alegre sonrisa.

—Demonios, solo han pasado dos semanas y siento que ha sido una eternidad... Te ves muy diferente noona— me suelta Kook, envolviéndome en un fuerte abrazo.

—Más destruida tal vez. — Bromeo, correspondiendo el gesto y mirado a Jin y Hoseok, que se han quedado en la entrada de la sala.

—Sorpresa— dice el primero con una ligera sonrisa, y yo solo atino a asentir, para luego alejarme un par de pasos de mi compañero y hacer un escaneo rápido; él sí que ha cambiado.

—Me da tanto gusto verte... Pero ¿Qué fue eso? ¿Acaso quieres matarme?— pregunto con los ojos entrecerrados, provocando que el menor suelte una risita.

—Jin hyung dijo que estaba bien siempre y cuando hiciera algún sonido que me delatara un poco...—

—Claro, solo un licántropo puede escuchar un arma yendo hacia él— interviene Hoseok, mirándome con orgullo —. Realmente has tenido avances increíbles...—

—Agradécele a él— digo, señalando a Jin, que solo niega con la cabeza.

—Y... ¿Vamos a entrenar?— inquiere Kook, y tanto él como yo miramos a los mayores, que solo se limitan a lanzar una risa corta a la vez.

—En un rato más, creo que ustedes dos querrán ponerse al corriente— comenta mi primo —; además, tengo que hablar con Jin. — Agrega, y el mencionado arquea las cejas.

Lágrima de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora