Epílogo

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Jimin rascó su frente aún sosteniendo su pincel en mano y luego siguió pintando, terminando los detalles de aquella pintura en especial que había retocado.

—¡Minnie hyung! —gritó Hoseok desde abajo, por tercera vez en realidad.

Pero Jimin estaba demasiado concentrado como para escuchar el llamado del menor.

—Uhm... ¿Qué crees que le falta, renacuajo? —pregunto con aire pensativo, colocando su mano libre sobre su abultado abdomen.

Contemplando la pintura con ojos críticos, el omega suspiró inclinando ligeramente su cabeza.

—¡Hyung! —gritó el menor, abriendo sorpresivamente la puerta de su habitación y asustando la mierda fuera de Jimin.

—Solcito, realmente te amo, pero vuelves a asustarme de aquella forma y no me importará quebrarte ésta paleta de pinturas en la cabeza —expresó respirando profundamente, para luego exhalar con lentitud, acariciando su rígido abdomen.

—Ay, hyung... Lo siento —se disculpó con expresión visiblemente preocupada—. Es que te había estado llamando hace rato y no me contestabas, ya pensaba que te había pasado algo —se excusó—. ¿Estás bien?

—Sí —asintió—, solo estuviste a punto de sacarme a tu hermano —suspiró y torció sus labios cuando su pequeño golpeó con fuerza—. Tendremos que discutir seriamente con tu padre eso de renacuajo, con esas patadas me imagino que ya pasaste a ser una rana muy saltarina —refunfuñó.

Hoseok ahogó su risa tapando su boca con su mano, luego contempló el cuadro en el cual Jimin había estado trabajando.

—Oh... Hyung... —exclamó encantado—. Le pintaste más cosas...

—No la había terminado realmente —explicó—. Y con esto de que me convertí en la princesa encerrada en la torre, decidí terminarle el regalo a Yoonie.

—Si no tuvieras esa costumbre de salir a caminar sin avisarle a nadie, tal vez Yoongi hyung no te habría pedido que te quedaras en casa el resto del embarazo —le recordó divertido.

—Estaba aburrido, y caminar hace bien —se excusó.

—Hyung, te perdiste dos veces y en una Yoongi te tuvo que salir a mitad de su trabajo para ir a buscarte —indicó.

—Fue solo una vez —bufó.

—Dos, porque se te ocurrió levantarte a la mitad de la noche para ir a comprar una manzana... Una manzana, hyung —le recordó—. Cuando le dijiste a Yoongi hyung que ibas a ir por ella, él nunca se imaginó que saldrías de la casa.

—Eso no habría pasado si mi tonto alfa se hubiera levantado e ido a buscarme una —se defendió—. Y yo no iba a dejar que mi pequeño se quedara con las ganas.

Hoseok rodó sus ojos y contempló nuevamente la pintura.

Jimin principalmente había pintado a Yoongi, con el fondo de un azul oscuro alrededor que se iba aclarando a medida que se avanzaba hacia el centro, concentrándose alrededor de los brazos del alfa, quien sostenía un precioso regalo entre ellos con un aura amarilla suave y delicada.

—¿Ese es mi hermanito? —preguntó el menor.

Jimin arqueó una ceja—. Buen intento, pero tendrás que esperar el día que nazca para saber el sexo.

—No es justo —se quejó con un pequeño puchero.

—Yoongi tampoco lo sabe, y no lo ves quejándose.

—Porque ya solo le queda una semana, pero estuvo haciéndolo desde el instante en que le pediste a la doctora que no le dijera nada —le recordó y el mayor rió.

Un poco de amor (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora