Capítulo 9. La pulga y El poste

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- Ay linda! -- dice al abrirle la puerta de su cuarto -- Que fue lo que pasó -- la deja entrar

- Los vi Eunice! -- se sienta en la cama -- Estaban juntos en la cama! -- solloza

- Espera -- cierra la puerta saltando a la cama para abrazarla -- Cómo que en la cama?

- Lo estaban por hacer -- murmura bajo -- Pero yo los interrumpí

- Que falta de respetó por parte de Luis, cómo se la lleva a la cama contigo en la casa -- soba su espalda

- El me pidió que fuera, por mensaje -- seca sus mejillas con la manga de su sueter -- Pero parecía sorprendido cuándo los vi

- Dejá veo si entendí -- se separa un poco -- Te hizo ir para que los vieras en la cama? Que puto!

- Estoy destrozada -- admite con lágrimas en los ojos de nuevo -- Dolió tanto

- Claro que si corazón -- vuelve a abrazarla -- Diablos era tu primer amor, bueno supongo que aún lo es

- Lo peor es que si -- llora aferrandose a ella -- Soy bien estúpida no?

- Claro que no! Aquí el estúpido es el -- rueda los ojos -- Quieres quedarte aquí hoy? Sé que ahora lo que menos quieres es darle explicaciones a la tía Lucía

- La puedes llamar? -- pide -- Creó que ni siquiera puedo hablarle sin llorar

- Claro! No te preocupes, yo le pido que Magda separé todo, de todos modos mañana es sábado -- sonríe -- Haré que te sientas mejor bien rápido





Así cómo lo había prometido habla con Lucía, explicándole que ya les hacía falta una noche de chicas para consentirse un poco, ella no vio porque no dejarlas juntas, Altagracia había traído buenas notas a casa, la notó algo triste y sin ganas desde hace un tiempo, tal vez ese tiempo con su mejor amiga le hacía bien, luego de que la llamada finalizará le pide a Magda que preparará una mochila con ropa para su hija, se quedaría por allá hasta el domingo, a la tardecita volvería a la casa justo para cenar, durante la noche Eunice logró sacarla un poco de su tristeza, claro que cuándo llegó la hora de dormir se quedó sola con sus pensamientos.

Su mente le traicionaba una y otra vez mostrando el recuerdo de lo que había visto horas atrás, inevitablemente las lágrimas volvieron a llegar para sólo irse al quedarse dormida, durante esos dos días que paso en la casa de Eunice, ignoró por completo a Luis, trató de dejar ir todos los sentimientos que traía en el corazón, ella no era de las personas que se ponía triste, tomó un bañó tranquila, junto sus cosas y se despidió de su mejor amiga, era hora de ir a casa, continuaría su vida de la misma manera antes de conocer a Luis, además su cumpleaños ya venía, debería estar haciendo planes en lugar de llorar por alguien que ni cuenta en su existencia.

Aunque Altagracia estaba dispuesta a dejarlo ir todo, Eunice no, está no era la primera vez que hacía llorar a su hermana, por lo que iba a pagar, salió con el chofer bien encabronada para la casa del infeliz ese, luego de unos minutos estaba frente a su puerta tocando el timbre cómo loca, Clarita se llevó un gran susto al abrir la puerta, tenía al mero demonio de Tasmania con rulos frente a ella ordenando hablar con el muchachito de pocos huevos cómo ella misma lo había apodado, Clarita la dejó pasar a la sala en lo que llamaba a Luis, se imaginó de todo pero jamás que dicha chica era amiga de Altagracia, eran tan diferentes, pero demasiado!





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