Capítulo 32. Nervios y lágrimas

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Del otro lado del pasillo había un ansioso novio que no podía quedarse quieto, sus damos de honor ya estaban hartos, Don César sólo bebía de su whisky para evitar golpearlo, Don Manuel pues, se estaba poniendo guapo, Luis traía puesto el pantalón y la camisa aunque de los nervios se la abotono mal, su padre tuvo que intervenir para arreglarsela, aconsejandole que practicará sus votos enves de andar haciendo un agujero en el piso a lo que Don César respondió "Escuchá a tu padre muchacho! O te atare a una silla", así que obedeció tomando asiento en la cama dispuesto a practicar sus votos.

Claro que cuándo a penas tuvo la oportunidad comenzó a escabullirse por los pasillos, se acababa de enterar que la tía de Altagracia había llegado y que la mandaron al cuarto, osea que seguía estando allí, posiblemente arreglandose todavía, la verdad tenía mucho miedo de que se arrepintiera, por lo que intentó llegar hasta allá pero Doña Amanda no se lo permitió mandandolo de regresó, después de varios minutos supo que Altagracia salió de la casa lo que empeoró sus nervios haciendo que se equivocara cada que trataba de decir sus votos, sus manos temblaban y sentía esas inmensas ganas de salir corriendo para buscarla.



- Yo necesito saber dónde está -- camina a la puerta

- Te diré dónde -- interrumpe Don César -- Acaba de volver a su cuarto -- cierra la puerta al entrar -- Se tomó unas fotos allá afuera, nada de que preocuparse

- Está bien -- asiente

- Ahora te daré un poco de whisky para que te calmes -- le sirve -- Y así puedas practicar tus votos, la tienes que impresionar



Cerca de una hora después, Emily vino a buscarlo, quería una fotografía de cómo estaba vestido y que pasará al altar para esperar a la novia, luego de posar va junto con sus damos al altar, ya ahí estaban las damas de honor, algunas amigas de Altagracia, Eunice y Regina, Doña Amanda estaba sentada en la primera fila junto a Yesenia, Matamoros y Magda estaban en la segunda junto a Clarita que limpiaba sus mejillas con un pañuelo blanco, comenzó a sentirse nervioso pues todos los invitados estaban viéndolos, luego todo empeoró cuándo vino Emily acompañada del camarógrafo pidiéndole que hablará de lo que estaba sintiendo.



- Hola mi amor -- sonríe -- Te estoy esperando aquí en el altar, ansioso y nervioso -- frota sus manos -- Sólo estoy contando los minutos que faltan para verte de nuevo, por favor ven ya, que no aguanto las ganas de casarme contigo

- Muchas gracias Luis, ahora voy a ir por el testimonio de la novia y ya te la traigo -- ríe

- Dile que sea breve por favor -- pide

- Claro -- asiente y le hace una seña al camarógrafo



Altagracia se encontraba solita en su cuarto, revisandose una vez más frente al espejo, acomodando su velo o simplemente leyendo sus votos en aquel papelito de color marfil, trataba de expresar en su rostro y voz todo lo que estaba diciendo pero se sentía estúpida, le hablaba a su reflejó, estaba a punto de ponerse a llorar cuándo tocaron la puerta, Emily la dejó con el camarógrafo que decidió grabarla desde que entró, no sabía bien que decirle a la cámara por lo que lo fue pensando mientras tomaba su ramo viendo la manera en que la tarjeta no se viera cuándo le tocara caminar hacía el altar frente a todos.



- Uff -- sonríe al camarógrafo -- Perdón es que sólo tengo en la cabeza que no debo tropezar

- No tranquila -- ríe -- Comienza cuándo quieras

- El está allá esperándome? -- se acerca

- Si, se ve muy nervioso -- sonríe

- Ay pobrecito -- hace una mueca -- Mi vida, hola -- ríe -- Necesito que me esperes un poquito más, sólo estamos aquí haciéndola de emoción -- se muerde el labio para evitar llorar -- Ay perdón -- mira para arriba -- Cielo, sólo quiero que sepas, que te amo -- se echa aire con los votos -- Me haz echó feliz desde el día en que nos conocimos -- con cuidado despeja las lágrimas de sus ojos -- Y sé que seguirás haciéndome profundamente feliz después de hoy, yo espero poder corresponderte igual porque te adoro -- sonríe -- Y lo que más quiero es que seas feliz mi amor

- Muy bien! -- abre la puerta Don César -- Dónde está la novia que debo llevar hasta el al... wow -- se apoya en el picaporte unos segundos

- Hola abuelo -- sonríe

- Estás... -- camina hacía ella -- Dios mío -- dejá salir las lágrimas -- Estás preciosa, divinamente preciosa -- la abraza -- Cuándo creciste tanto?

- No lo sé -- solloza en su hombro -- Ay mi maquillaje

- Tranquila -- soba su espalda -- Respira hondo que no hay tiempo para retocarte

- Tienes razón -- ríe bajo

- Déjame verte una vez más -- se separa tomandola de las manos -- No te había visto tan feliz cómo ahora -- dice sincero

- Se me nota tanto? -- sonríe entre lágrimas

- Si -- ríe limpiando sus mejillas -- No debes preocuparte por nada hoy, ni siquiera por tropezar porque no lo permitiré

- Eso me da mucho alivio -- apoya la mejilla en su mano -- Gracias por aceptar entregarme hoy abuelo, no sabes lo importante que es para mi

- Cómo no iba a aceptar -- despeja un mechón de su rostro -- Es el mayor orgullo de todos

- Ay no sigas, que voy a volver a llorar -- pide

- Está bien -- asiente -- Mejor vamos saliendo si? -- ríe -- O a Luis va a darle un ataque

- Si vamos -- concuerda -- Que ya no aguanto las ganas de verlo

- Uy el tampoco -- se inclina tomando el velo -- Voy detrás de ti -- avisa



Comienzan a caminar por el pasillo para poder salir a la parte de atrás, el lugar de verdad era precioso, creó que no hay uno mejor para realizar una boda, el día se veía bonito incluso, una vez llegaron hasta dónde todos los invitados esperaban, Don César acomoda el velo antes de ir hasta ella y ofrecerle su brazo, dejó un beso sobre su frente antes de dar el primer paso hacía el altar, Luis a penas pudo verla sintió que el aire se le desvaneció por completo al igual que la tierra bajo sus zapatos, a medida que la veía llegar las lágrimas aparecieron, ella se veía tan hermosa, las emociones acumuladas junto a los nervios desaparecieron pues la tenía allí un paso más cerca de ser su esposa, estando frente a frente Don César le entrega la mano de su nieta acompañada de una sonrisa, tocar su mano por primera vez provocó electricidad en ambos y ahí supieron que está fue la mejor decisión de todas.

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