Tiritas del tiempo

Capítulo 60. Suertudo

Al llegar por suerte su tía también estaba ahí, le entregó una bolsita que tenía todo lo que iba a necesitar en ella, le dio unas cuántas instrucciones para luego irse con Eunice, ambas tenían asuntos pendientes, según ella claro, seguro quería ver su futuro o joderle la existencia a alguien, entró a la casa mientras revisaba la bolsa, dos pulseras de hilo rojo se encontraban allí, seguro Luis tenía que usar una, ambas tenían un candadito cómo dije, lo siguiente era una caja de té, claro que no es de la clase que compras del supermercado, lo más probable es que tuviera un sabor super amargo por todas las yerbas que contenía, se puso su pulsera y luego fue en busca de su marido, lo cuál fue sencillo, el venía bajando las maletas.

- Mi amor -- sonríe -- Estaba preocupado, te llamé varias veces para saber si querías que te fuera a buscar

- Lo siento, no escuché -- va a el -- La Junta se extendió un poco más de lo planeado

- No importa -- dejá las maletas para recibirla con un beso -- Llegaste a tiempo

- Cuándo estaba viniendo para la casa -- saca la otra pulsera -- Una niña me vendió estás pulseras, se las compré porque lo que me dijo fue convincente -- ríe

- Ah si? -- la toma -- Se ve bonita pero que significa el candado?

- Amor -- inventa -- Prosperidad, felicidad, pero te lo tienes que poner en el lado derecho, además también sirve de protección

- Contra que? -- obedece

- Ah pues contra todo cielo -- rodea su cuello con ambos brazos -- Nosotros siempre la necesitamos, creamos edificios y estamos siempre en el ojo del huracán

- Sabes que no hay ninguna garantía de que todo lo que te dijo sea verdad? -- abraza su cintura

- Bueno pero si tú piensas que sí, debe funcionar no? -- sonríe -- Atraemos las cosas con la mente

- En eso tienes razón -- vuelve a besarla -- Lista para nuestro fin de semana?

- Si -- dice embobada -- Le pido a Matamoros que llevé las cosas o tú puedes?

- Yo puedo linda -- la suelta -- Te veo en el coche?

- Sí, tengo que dejar unos documentos en el despacho -- se separa

- Bueno, te espero -- se va con las maletas

- Yo espero que funcione -- observa la pulsera -- Se suponía que esto debía ser un lazo rojo con el candado, atado a mi vientre pero sino el sabría -- susurra

Dejó los documentos, se despidió de Magda y fue con prisa al coche, pero llevaba con ella dos botellas de agua helada, si bien no les iba a tomar mucho tiempo llegar a la hacienda, estaba haciendo mucho calor, al llegar obviamente pasaron directo a la parte divertida, el sexo, la soledad de la hacienda les daba esa libertad que a veces faltaba en casa, aquí literalmente podían andar desnudos y nadie los estaría viendo, Luis se aprovechaba de eso bastante pero hoy la sentía diferente, normalmente su esposa aceptaba realizar todas las locuras que a el se le ocurrían cuándo iban hasta allá, sugirió que cabalgaran por un rato a lo que ella se negó rápidamente, aunque no se quejó pues ganó otro par de rondas más en la cama.