Capítulo 21. Mascarillas

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Después de aquel día de tantas revelaciones, se toman el tiempo para poder pensar en cómo serían las cosas a partir de ahora, es verdad que no se iban a separar por riñas del pasado dónde ellos no tenían nada que ver, aún así pronto su relación llegaría a oídos de los padres de Altagracia, todos los que disfrutan del deporte y chisme ya estaban enterados, sólo era cuestión de tiempo, precisamente durante el atardecer, los padres de Altagracia irrumpian en la casa, Luis se había ido hace casi unos 5 minutos, su padre quería enseñarle un par de cosas.



- Ustedes sabían de esto? -- avienta el periódico -- Altagracia cómo pudiste!? Es hijo de Manuel Navarrete!

- Y qué? -- rueda los ojos -- Luis no se encargará de la empresa, no es una amenaza para ustedes

- Claro que lo es! Sabes lo que la prensa va a decir de nosotros? -- la encara

- Que por fin esa estúpida rivalidad se terminó? -- cruza los brazos -- Mamá está es mi vida, no vas a escoger de quién me enamoró -- advierte -- Ya suficiente con que escogieran la empresa para mi

- Baja el tono muchachita -- se acerca -- No me provoques cerrarte la boca con una cachetada

- Y que más dá si lo haces! -- la desafía -- Me vienes silenciando hasta el día de hoy pero ya no más mamá!

- Ni se te ocurra pasar por la casa cuándo estoy -- dice sin paciencia -- No quiero verte por largó tiempo, me saliste traidora

- En serio vas a cortar todos los lazos por esto? Si eres conciente de que es estúpido? -- aquel tono de decepción era palpable en ella -- Soy tu hija

- Mi hija no haría esto -- niega -- Tú no sabes todo lo que hay detrás! Te pedí muchas veces que no te liaras con esa clase de gente

- Ya estoy cansada de cumplir todo lo que ustedes me imponen! -- alza la voz -- Ninguno es capaz de preocuparse por nosotras, no toman en cuenta a Regina para entrar al legado familiar, a veces quisiera correr con esa suerte, ella al menos puede estudiar lo que se le canté

- Cállate Altagracia -- levanta la mano cómo para golpearla pero se arrepiente -- En mi casa ya no entras, oiste? Puedes ir por tus cosas -- se gira caminando a la salida

- Esa es tu gran solución? -- suspira -- No te preocupes que no tengo deseos de volver

- Por ahora, es la única que puedo pensar -- cierra la puerta al salir

- Gracias por la defensa papá -- dice irónica -- Mejor apurate en alcanzarla, antes de que te toque la bocina -- regresa a la sala

- Yo no puedo creer que la dejarás actuar así -- niega Amanda

- Que quería que hiciera? Cómo si no conociera a su propia hija -- recrimina

- Pudiste apoyar a tu hija -- suspira -- Por primera vez, pudiste apoyarla en serio -- va tras ella

- Por si les llegará a interesar -- carraspea Don César -- Ella no va a terminar en la calle o con su novio, Altagracia se quedará aquí, nos encargaremos de todo

- No es necesario, mandaré un cheque cada mes, esto no se va a resolver pronto -- suspira -- Cualquier cosa que necesite, no dude en decirme

- Rubén, no vas a lograr que te perdone dándole dinero -- advierte -- Ella esperaba más sin duda -- señala la puerta -- Alcanza a tu esposa y cierra la puerta cuándo salgas -- va con ambas



Amanda abrazaba a su nieta que se mantenía en silencio, no lloraba ni nada, sólo estaba ahí sentada, existiendo, Don César se sentía algo culpable, era verdad que siempre impusieron lo de la empresa pero fue por su gran potencial, Regina no era buena con los números, ni estaba interesada en ser líder algún día, Altagracia poseía ese talento natural que es requerido para hacer negocios, era lista y hermosa, una combinación poco usual, lo cuál la hacían más valiosa, pero aquí había otro factor importante a considerar, sólo era una niña, lo más importante era su felicidad y por más que lo intentarán esconder bajo el tapete, sabían que no lo era del todo.

Eso fue lo que puso a pensar, cómo podría garantizarle la felicidad a su nieta? Que era a lo que realmente quería dedicarse, era algo que tenía pendiente, por ahora sólo la dejaría en paz, ya después cuándo las cosas se calmaran podría sentarse a charlar con ella, las observó por otro ratito para luego abandonar la sala. Aquella primera semana fue dura, nunca antes había peleado tan fuerte con su madre, la mayoría de sus cosas ya se encontraban en la casa de sus abuelos, Luis tenía permitido venir cuántas veces quisiera, siempre y cuándo avisará antes, no es cómo que los abuelos tuvieran muchas actividades durante el día, sólo era por educación.

La verdad es que tenían una buena relación, claro que a veces Don César sentía celos por su nieta, era normal, aún la veía cómo a una pequeña niñita de 4 años y Luis pues era aquel hombre que se estaba llevando a su niñita pero luego la veía sonreír de nuevo, no podía contra eso, los celos desaparecían al instante cuándo la veía así, realmente era feliz al lado de ese muchacho, con el pasar de las semanas se acostumbraron en tenerlo casi todo el día allí, ya prácticamente vivía con ellos, a veces se quedaba a dormir por insistencia de Altagracia, no oponían resistencia pues sabían que de todos modos se iba a escabullir en la noche, mejor evitar un potencial accidente porque los tortolitos no podían estar separados, Don César no estaba muy contento con la idea pero para eso estaba Doña Amanda, siempre saliendo a favor de los tortolos, no podía discutir con ella, siempre perdía.



- Me podrías repetir para que es está cosa? -- pide

- Para quitar la piel muerta y otras impurezas -- ríe aplicandole la mascarilla

- Por qué la tuya es de diferente color? -- se queja

- Porque yo estoy haciendo otro tratamiento -- dice obvia -- Es para tener la piel más suave

- Pero si ya la tienes -- la ve

- Ay Luis! Consentir un poco a tu piel no es malo -- rueda los ojos -- Ahora quédate quieto para que pueda terminar

- No entiendo para que me haces probar estás cosas -- obedece -- Para eso tienes a Eunice

- Tiene galán nuevo, ahora paso a segundo plano -- lo observa -- Ya estás

- Pero ella se queja cuándo tú y yo tenemos planes -- se apoya en el sink

- Lo sé! Tiene una doble moral impresionante -- ríe

- Que te dijo tu abuelo sobre la música? -- juega con su cabello

- Que si a eso me quería dedicar, primero tengo que cantarle -- sonríe -- Dice que no va a invertir a ciegas

- Cuándo vas a cantarle? Quisiera estar presente -- pide

- Yo te avisó -- ríe -- Cantare una de sus favoritas apropósito -- lo rodea con sus brazos quedando frente a frente

- Que buena estrategia -- sonríe -- Yo sé que lo vas a impresionar

- Me tienes mucha fe eh! -- se acerca un poco

- No empieces a provocarme, te haré el amor aunque tengamos estás mascarillas -- advierte -- Y con respecto a la fe, pues claro, ya te escuché cantar

Tiritas del tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora