Capítulo 57. Cascada

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Isabela al cumplir el año se volvió muy apegada a su tía, mucho más que con su abuela o mamá, seis meses después andaba en sus brazos recorriendo la constructora, no cómo un tour o algo, Altagracia trataba de movilizar a todos sus empleados pues faltaba muy poco para que sus más grandes proyectos fueran inaugurados, Regina la tuvo que llevar hasta allá pues Isabela sólo quería estar en brazos de su tía hoy, entonces le tocó tener a la niña sentada sobre su cadera mientras le gritaba a los demás, estaba cansada de la gente que no le diera importancia a su trabajo ahora no había tiempo para atrasarse por lo que debía andar encima de ellos constantemente, su constructora podía ser elegida para ocupar el primer puesto a finales del año, estaban a tres días de terminar Julio todavía quedaba mucho por hacer.




- Rodrigo! -- se gira buscando a su asistente

- Aquí estoy Doña -- se acerca con varios sobres en las manos -- Dígame que necesita

- Ya es mi horario para almorzar -- dice luego de ver su reloj -- Te encargó todo esté sector -- advierte -- Pídele ayuda a Braulio si necesitas, si se niega dile que es una orden mía

- Si Doña -- asiente -- Me pidió estos contratos en la mañana, acaban de llegar, son los definitivos, bueno a menos que usted quiera cambiarles algo

- Ah si -- los toma -- Dile a Matamoros que preparé el coche, ya estoy bajando

- Enseguida -- se apresura en llegar a su puesto

- Vamos a comer Isa -- sonríe -- Quieres comer con el tío Luis?

- Doña -- reaparece pero está vez trayendo su bolso -- Matamoros la está esperando, me pregunta si quiere que el suba

- No -- toma su bolso -- Lo alcanzó en el estacionamiento -- guarda allí los sobres -- Gracias por seguirme el paso Rodrigo -- lo encara -- Eres el único que vino a trabajar al parecer -- comenta antes de irse

- Gracias -- sonríe -- Doña




Pocos minutos después se encontraba en el coche entreteniendo a Isabela, era en serio lo de que sólo quería estar en sus brazos, cuándo la puso en su sillita comenzó a llorar haciendo el escándalo más grande de su corta vida, lo intento con canciones, acercándose más, tirandole besitos pero nada parecía tranquilizarla, hasta que decidió sacarla de allí, corriendo el riesgo de que si pasaba algún accidente ambas podrían no salir vivas o si la policía hacía revisión, una gran suma de dinero en multa, pero sólo así Isabela guardó silencio, la pobrecita estaba acurrucada en su pecho aún sollozando bajito, todavía no podía entender por qué estaba así, normalmente los berrinches eran con su madre, al llegar Matamoros se encarga de llevar su bolso en lo que entraban a la casa.




- Ya mi amor -- la acomoda -- Tenemos que lavarnos las manos si?

- Dónde está mi esposa, la más hermosa -- sale de la cocina

- Ya se mandó alguna cagada -- niega -- En el recibidor!

- La que supera en inteligencia a todas -- sonríe

Tiritas del tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora