Sin embargo al entrar al mundo laboral, me aceptaron en el cuerpo de policía como un simple ayudante sacacopias. Pero bueno, así se inicia en todo.
Todo, marchaba bien, Amtonella seguía siendo mi novia pues no terminaba su carrera aún.
Pero un día que llegué a casa todo cambió.
Al entrar vi a mi mamá con Jeffrey en el sofá riendo como dos adolescentes enamorados.
—¿Qué está pasando aquí?— reclamo enfurecido.—Rick hijo, ¿no te da gusto verme? — dice el muy hipócrita.
—En lo absoluto, ¿qué demonios hace este hombre aquí mamá?
—Hijo tu padre quiere arreglar las cosas con nosotros.
—¿No están divorciados? ¿Por qué actúan de manera ridícula? — digo con rabia. —¿Es que no te dolió que te haya traicionado por años? ¿Es que no te quieres un poco mamá?
—No le hables así a tu madre.
—Tú mejor cállate que no creas que se me olvida cómo te referías a ella y la comparabas con esa otra zorra.
—Estoy arrepentido, tu madre ya me perdonó y Samuel también. Sólo estoy esperándote.
—Pues te vas a quedar con las ganas. Así que mejor lárgate ya no eres bienvenido en esta casa.
—Por si se te olvida muchacho estúpido, esta es mi casa, yo la construí cuando todavía estabas en pañales, así que el que te puede correr aquí soy yo.
—¿Vas a permitir que este miserable me eche de la casa mamá?
Ella no responde.
—Bien, quién quiere tu casa, puedo vivir por mí propia cuenta, además me haces un favor, ya no quiero verlos, me dan asco.
Escucho que mamá me llama pero la ignoro.
Voy por mis maletas y en un segundo ya estoy fuera de la casa. En realidad no sabía a dónde ir, llamé a Dorian y él aceptó en darme asilo temporal en su departamento.
Samuel me llamó diciéndome que volviera pero me negué, no volvería a esa casa jamás.
Siguieron pasando los meses y yo ya tenía bien en claro que quería estar en el FBI, así que dejé de consumir cigarros y alcohol para pasar los exámenes médicos que me harían. Pasaba el tiempo y no me daban respuesta alguna, pero seguía en el cuerpo de policía.
—Mi niño deberías dejar de preocuparte tanto por todo, vive tu vida— Amtonella estaba conmigo en mi habitación, dándome masajes en la espalda.
—Quisiera pero no puedo. Es difícil, mi vida es una mierda.
—Pero me tienes a mí ahora— me besa el cuello.
—Eso es lo mejor— me doy la vuelta y quedamos frente a frente.
—Te amo — besa de picos mis labios y me abraza.
—¿Ah sí? ¿Qué tanto?
—Demasiado — sigue besando mi cuello. —Tanto que justo ahora quiero ser tuya— me susurra en el oído.
Sigue besándome y termino cediendo a sus peticiones, nos acostamos esa noche pues Dorian había ido a la casa de su madre a pasar el fin de semana.
En ese momento me sentí bien y ella también.
Al otro día fuimos a las carreras pero esa vez me limité a observar pues si competía terminaría fumando o bebiendo y faltaban pocos días para mis exámenes.
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Agente Prescott
Saggistica¡HISTORIA APTA PARA TODO EL PÚBLICO! Riley Prescott se convierte en agente del FBI. Su principal objetivo era conseguir el puesto de agente especial, un trabajo que la apasionaba. Ella trabaja en colaboración con otros agentes en la investigación d...