Extra #9

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Apenas había caminado unos cuantos pasos y mi móvil me indicaba que lo enchufara. Recordé que dejé mis maletas en casa de Riley y me eché a correr para alcanzarla.

Me tensé de inmediato cuando vi que unos tipos la estaban jalando del brazo y ella gritaba pidiendo auxilio.

—¡Suéltala maldito!— grité una vez cerca de ellos.
Le lancé un golpe en la cara a uno de ellos, al otro le di unas patadas. Habían más que me atacaban, pero Riley también empezó a luchar contra ellos, para que después llegaran algunos policías y se los llevaran.

—¿Estás bien?— me pregunta preocupada acunando mi cara.

—Sí, yo te hago la misma pregunta.

—Claro, no fue nada más que el susto.

—Es obra de Julissa— interrumpe Randy.

—¡Dios mío esa maldita no me dejara en paz! Y todo por mi error— dijo ella reflejando la rabia que tenía a flor de piel.

—Oye...— levanté su mentón con mi dedo índice. —Preciosa, tú no tienes la culpa de nada de lo que está pasando.

—Claro que sí. Soy culpable de mi propia desgracia— me dio por abrazarla, ella empezó a mojar mi hombro perono me importaba.

Snyder sugirió que ella regresara a España cuanto antes. Yo tuve que dejarla sola pues la responsabilidad me esperaba en California.

Al estar allá, le escribí para avisarle que ya estaba en la ciudad, y ella solo me respondió con un "okey".

Deposité el celular en el escritorio y descansé mi cabeza en el respaldo de la silla, estaba cansado y apenas eran las 10 p.m en el horario de California.

—Hey Ackerman— escuché la voz de Hawkings.

—¿Qué tal Wilson?— me incorporé nuevamente.

—Me enteré de que estuviste en Nueva York.

—Sólo fue este día— bufé.

—Ya veo— depositó unos papeles sobre el escritorio, me explicó todo lo que tenía que hacer y luego salió dejándome solo.

Me pasé toda la noche leyendo y transcribiendo.

Terminé durmiéndome en la mesa como antes. Al despertar me encontré con un mensaje de Riley.

《Hola Rick. Perdona por tratarte así, pero es que estaba afectada por lo sucedido. Te aviso que ya tomé el vuelo a España, supongo que nos veremos después. Adiós. Te quiero》

Sonreí al terminar de leer el mensaje. Al fin y al cabo yo quería que Riley estuviera bien, tranquila y sabía que estar con su familia le traía esa tranquilidad que tanto necesitaba.

Arreglé todos los pendientes que tenía, para recibir más asignaciones fuera de la estación.

Pasé varios meses haciendo mi rutina de trabajo tal y como la conocía. De vez en cuando le mandaba mensajes a Riley.
Mamá decía que yo vivía ocupado todo el tiempo y sí era así, apenas podía dormir. Pero todo era temporal, no iba a quedarme así toda la vida.

Hasta que un lunes, mientras yo iba con cara de sueño rumbo a mi oficina con mi café en mano, pensando en cómo era posible que estuviera andando si ni siquiera me sentía vivo, vi que la oficina que había quedado libre de un agente que tenía poco de haberse retirado estaba abierta. Me asomé y vaya sorpresa que me llevé.

—Debo estar soñando y un ángel bajó del cielo y está aquí— me apresuré a decirle mientras la observaba. Era nada más y nada menos que Riley Prescott.

Agente PrescottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora