Alas

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Durante la primera semana que pasó solo me dediqué a entrenar y explorar un poco, hoy fui a hablar con los de la policía y conocí a algunos héroes de aquí. La verdad es que todos aquí son muy atentos y amables.

Logré que me permitieran seguir trabajando por mi cuenta, aunque yo me hare responsable por todas mis acciones. Estaba volviendo de uno de mis patrullajes cuando vi un alto edificio con acceso libre a la azotea.

Quizá con algo de altura pueda extender mis alas. El edificio no es tan alto, solo son tres pisos, si no lo logro solo me romperé un par de huesos. Con algo de suerte claro.

Me situé al centro del edificio, respiré profundo y comencé a correr, salté la barandilla que rodeaba el filo del edificio lanzándome de lleno al vacío.

En cuanto dejé de sentir el suelo bajo mis pies activé mi kosei. Mis alas salieron de mi espalda tomando forma.

Primero aletee un poco para reducir el impacto de la caída y también por que hace mucho que no las uso, parece que están bien.

Antes de tocar el suelo tomé un impulso hacia arriba con una enorme sonrisa en el rostro, extrañaba esta sensación de libertad al volar.

Volé por sobre los edificios de la ciudad. Desde acá arriba se ve mucho más hermoso todo. Decidí bajar a descansar en el tejado de uno de los edificios. Estire un poco las alas al aterrizar disfrutando de la fría corriente de aire nocturno.

Escuché un ruido a mis espaldas, me giré enseguida poniéndome en posición de ataque, con una mano en la cadera, por si tengo que pelear.

-Tranquila, tranquila, soy yo- el cenizo tenia las manos a la altura de su pecho.

-Que bruto, otro poco y te ataco. ¿Por qué tan sigiloso? -relajé mi pose y vi cómo se llevaba una mano a la nuca. Esta sonrojado.

-No pensé que fueras tú quien volaba, pensé que tenía que investigar.

-Primero piensas que soy menor, y luego que soy una villana. ¿Qué acaso luego me vas a decir que pensabas que soy hombre? -me burlé abiertamente. Se ve tierno con las mejillas rosadas.

-Créeme que me queda claro que eres una chica- mi cara de confusión era evidente- tuve que cambiarte la ropa aquella vez que te salve ¿lo olvidas?

Mierda, es cierto. Me sonrojé.

-Idiota- miré a otro lado y luego se me ocurrió como joderle la broma- Pero tienes razón- me acerque a él- tú me viste semidesnuda- le apunte con un dedo acusatoriamente y cuando estuve lo suficientemente cerca puse mis manos sobre su pecho.

-¿Qué haces? -su risa se esfumó cuando le traté de sacar el abrigo.

-Igualo las cosas.

-No te atreverías.

-Tu te atreviste, lo justo es que yo lo haga también.

Se sonrojó aún más, supongo que da verdad nadie se había atrevido a tanto antes. Jugué un poco paseando mis manos por su pecho y luego me separé para tomarlo de las mejillas.

-Te ves muy tierno así de rojo- comencé a burlarme.

-Me las vas a pagar- se dio cuenta de lo que hice, parece molesto, pero no me voy a dejar intimidar.

-¿Qué piensas hacer? -alce una ceja retándolo sonriente.

-Esto- me besó tomándome por la nuca para profundizar el beso y comenzó a caminar llevándome hacia atrás, se separó y me soltó dejándome caer por el borde del edificio.

-¡Imbécil!

El muy idiota se estaba burlando, pero cuando traté de volar mis alas desaparecieron junto con su sonrisa. El pánico me invadió y él se dio cuenta.

Se lanzó a tomarme antes de que me hiciera una con el suelo y me cargó en el aire.

-¿Pero que fue eso?

-¿Eso debería preguntar yo? -golpee un poco su pecho- idiota, ¿Qué acaso quieres matarme?

-Se supone que deberías de haber volado ¿Qué le paso a tus alas?

-Volvieron a mí- me dejo de nuevo en la azotea de donde me lanzó.

-¿Cómo que volvieron a ti?

-Tengo un pequeño problemita con ellas- dije con nerviosismo evitando su mirada.

-Pequeño problemita ¿eh? Otro poco y te mueres.

-Pues quien te manda a lanzarme al carajo- ambos estábamos algo exaltados.

-¿Por eso no pudiste salvarte aquella vez?

-No pienso hablar contigo de esto, mejor me voy- me di media vuela para entrar al edificio y salir de ahí como la gente normal hace, pero me detuvo.

-¿Por qué no?

-No te conozco lo suficiente.

-¿Lo que hicimos el otro día no te bastó? -lo miré sonrojada.

-Nosotros no hicimos nada, tú me seguiste a mi casa y te quedaste ahí hasta que tu secretaria te hiso volver.

-Cierto- me volví a girar.

-Idiota- tomé el pomo de la puerta que llevaba al interior del edificio, pero dejé de sentir el suelo bajo mis pies.

-Ya que casi te mato, déjame llevarte a tu casa- me estaba cargando.

-No gracias, bájame.

-Oh, vamos. Ya conozco el camino y vas a llegar más pronto si volamos.

-No tengo prisa en llegar.

-Que terca eres- comenzó a elevarnos.

-Mira quien habla- rio- si me sueltas te mato.

-Tranquila bonita, ahora que sé que podrías matarte prometo no soltarte- me dio una sonrisa amable.

-Deja de llamarme así.

-¿Por qué? Es la verdad -Me quedé callada, pronto llegamos a mi casa.

Luego de algunas bromas más termino yéndose para terminar sus guardias. Toda la semana estuvimos encontrándonos mientras revisábamos que todo estuviera en orden. Por alguna razón me resultaba más fácil extender mis alas en su compañía, tal vez por que me siento a gusto con él o por que me distraigo con sus bromas.

No importa la razón, el hecho es que como he estado usándolas más, se han fortalecido, facilitándome los entrenamientos.

Pero no todo puede ser color de rosa. ¿No?

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"Porque éramos amigos y, a ratos, nos amábamos.

-Alfonsina Stormi."

Amor alado (Hawks x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora