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Durante cuatro largos y exhaustivos meses, los héroes profesionales y alumnos tanto de la U.A. cómo de otras instituciones encargadas de formar a futuros jóvenes de carácter heróico, la noche antes del clímax de toda su vida había llegado y junto con ella, la ansiedad y nerviosismo que emanaba toda la clase 1-A.
El ambiente tenía una palpable tensión, escondida entre risas y conversaciones amenas para no poder tocar ese tema. Cada adolescente sabía a la batalla en la que se sumergiería mañana, es por eso el silencio de lo que se había descubierto gracias a Endeavor. Todos reían, tratando de esconder algún rastro de miedo ante la clase, pero era casi inevitable.
Yoshida, por su parte, charlaba con las chicas, sentada en uno de los sillones verdes y reía a la más mínima broma. Katsuki se había preparado para las batallas toda su vida, aunque sabía que no todo el mundo en esa habitación tenía la misma mentalidad aguerrida. Estaban completamente divididos, algunos se encontraban en primera línea de batalla, como Kaminari y Tokoyami, tensos por las largas charlas que recibían por los héroes profesionales y la sobrecarga de emociones sobre sus hombros.
Aunque la mayoría de la clase, estaba en la segunda línea de apoyo, sabiendo que el peligro también los golpeaba con fuerza y un filo tan limpio como una navaja colocada en su yugular. Los rubíes y ámbares se cruzaron en un intento de buscarse el uno al otro, siendo testigo de la preocupación que abarcaba la azabache, con un movimiento de cabeza sugirió su compañía para cambiar de aires y mantener una conversación un poco más privada de lo normal
A puertas de la habitación de Katsuki, Hanabi lo abrazó y escondió su rostro en el pecho ajeno, temblando por la situación tan arriesgada de la cual todos pendían de un maldito hilo. Bakugō no tardó en corresponderla.
Él podía tolerar golpes, puñetazos, insultos y vistorioso con una sonrisa socarrona al demostrar que él es, y siempre, será el mejor. Pero nunca toleraría si algo le sucediera a quien tenía en sus brazos, acariciando la espalda ajena con suavidad y lentidud mientras sentía el palpitar de su corazón desacelerar para estar a la par del contrario, hundió su nariz en la cabellera negruzca y deleitándose con el olor a fresas y duraznos, Hanabi se alejó un poco para poder verlo a los ojos.
-Estoy muy nerviosa. -fue lo primero que dijo sin soltarlo aún.
-Todo irá jodidamente bien. -respondió con un semblante relajado, sin dejar de brindar cariño en la espalda de la menor.
-Hay mucho en juego, muchas vidas corren peligro. -frunció los labios. -No solo nosotros...
-Lo sé.
-Bakugō.
El mencionado guardó silencio, alzando ligeramente las cejas para que prosiguiera.
