099----.

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Continuación de 098—!

Continuación de 098—!

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—Estoy en casa~

Avisó quitándose los zapatos, dejando la mochila en el perchero que se encontraba en la entrada.
Las uñitas resonando por la madera, haciéndole saber que Rosu estaba yendo en dirección a ella. Lo primero que hizo el perro fue dar vueltas de felicidad, moviendo la enroscada colita color miel y buscando cariño en las manos de su dueña. Hanabi no tardó en hacerlo, sonriendo y colocándose de cuclillas y recibiendo lamidas en el rostro.

—¿Hanabi? —la voz de su madre se escuchó por el pasillo.

—Hola mamá. —la azabache se puso de pie, y caminó hasta su progenitora para darle un cálido abrazo.

Necesitaba de ella ahora más que nada. Si bien, había presentado a Katsuki formalmente como su pareja, cada que podían iban a la casa de Hanabi a pasar el rato, lo mismo era con los Bakugō. Y estaba por más decir que era más que bienvenida en la residencia.

Pero todo ello se acabó.

Fue una grata sorpresa encontrar a su madre en casa, sabiendo por ella que estaba en su día libre.

—¿Y papá? —canturreó acompañando a su madre hasta la cocina, olisqueando lo que preparaba.

—Ya sabes, en el trabajo. —sonrió Asami mientras seguía preparando okonomiyaki.

La Yoshida menor se quitó el saco gris de su academia, empezó a remangar su camisa para lavarse las manos y ayudar a su madre en la preparación de la comida. Entre tanto cotorreo sobre los entrenamientos y clases de la azabache, Asami palpó un nombre que en realidad no debía, pero su curiosidad por saber sobre el cenizo era mayor. Ya que, hasta donde sabía la castaña, ellos seguían siendo pareja.

—¿Y Katsuki? —cuestionó lavando las papas en fregadero, a la par que veía la cocción de la carne.

Hanabi dejó de cortar el repollo, mirando las tiras verdes en aquella tabla de picar color blanca.

—Está... Él está bien. —respondió soltando el cuchillo y empezando a frotar sus dedos con nerviosismo.

—Me alegro mucho. —sonrió la castaña desde su lado. —Hazle recordar que cure bien sus heridas, me dijiste que es algo obsti-...

—Ya no somos pareja, mamá. —interrumpió a su mayor de inmediato, apretando los labios y notando cómo las gotas empezaban a caer sobre la verdura cortada.

Asami giró sobre sus talones, notando cómo los hombros de su hija empezaron a temblar notoriamente y su cabeza agachada solo indicó que estaba lloriqueando en silencio.

—Rompimos. —balbuceó aún mirando sus manos y apretando las mismas entre ellas.

Lo siguiente que sintió fue el abrazo de su mamá rodeándola.

𝐁𝐚𝐤𝐮𝐠𝐨 𝐊𝐚𝐭𝐬𝐮𝐤𝐢→𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora