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Hanabi había pasado el fin de semana en la casa de sus padres, y para él, todo ese tiempo había sido aburrido, las horas pasaban lento, cómo si el mundo se empeñara en hacerlo sufrir.

Katsuki salió del edificio de su Clase, dirigiéndose hacia su Academia, notando a otros estudiantes también imitarlo para llegar a sus clases, y en los notificaciones de su celular, notó el mensaje de la pelinegra con la cual estaba saliendo.
Suspiró guardando el aparato en su bolsillo,  notando a varios metros la figura de quién le había escrito.
Agitando su mano para acercarse a él con lentitud.

—Buenos días, Katsuki. —sonrió la más baja deteniéndose frente a él.

—¿No ibas a llegar ayer?

La azabache rodó los ojos al notar cómo el cenizo pasó por alto su saludo.

Buenos días a ti también Hanabi. —profundizó su voz para imitarlo, rodeando el brazo del explosivo para jalarlo y caminar. —Hoy estás preciosa, ¿Ya te dije que te amo?

Bakugō gruñó, siguiéndole el paso para ir a clases, buscando la mano de la felina para sostenerla en su caminata, pero Yoshida apartó la yema de sus dedos al sentir ello, girando su rostro mientras le sacaba la lengua.

Katsuki frunció su ceño.

—Buenos días...

Y ahora sí, entrelazaron sus manos. Preguntándose el uno al otro cómo habían pasado su fin de semana.
Yoshida mordió levemente la muñeca del más alto como cariño, escuchando atentamente todo lo que Bakugō le contaba. Riendo y preguntando gracias al cenizo, quién ahora escuchaba a su novia, acariciando levemente los nudillos de la felina.

En el camino se encontraron con sus demás compañeros, recibiendo piquetes en sus costillas por parte de su chico, el cual sonreía con disimulo por lo que hacía.

Conforme pasaban los minutos, el rostro de Yoshida cambiaba a uno de malestar, fruncía el ceño de vez en cuando y le dolía la cabeza en forma de punzadas.
Los ojos bermellón no pasaron eso desapercibido, y gracias a que ella se sentaba adelante de él, Hanabi solo se encontraba recostada en su pupitre.

—Siéntense.

Shōta ingresó para poder explicar los ejercicios del día de hoy, ya que después del curso con Midnight, realizarían la misma prueba que los primeros días de clase, lanzando una bola lo más lejos posible, así compararían el progreso que habían tenido.

Y aunque, Hanabi sentía que su cuerpo empezaba a sudar, trató de darse aire disimuladamente con su mano.

Ya habían pasado casi dos horas, y su profesora seguía dictando y platicando sobre el tema que estaban abarcando.

—Profesora, disculpe.

Katsuki notó la mano alzada de la azabache, pidiendo la palabra, o mejor dicho, permiso para ir a la enfermería. Siendo concedido, se retiró del aula en silencio, con un malestar horrible en su organismo.

𝐁𝐚𝐤𝐮𝐠𝐨 𝐊𝐚𝐭𝐬𝐮𝐤𝐢→𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora