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Drabble!🎇

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[***]

Siempre había vivido con esa espina en ella.
Una terrible inseguridad, y tristeza que se iba por un tiempo, para luego volver y atacarla como siempre.
Estaba cansada, pero se mantenía de pie porque quería luchar, quería demostrar que era uno de los sobrevivientes.

Uno de los sobrevivientes a la depresión. Gente no sale viva de ese agujero sin fondo.

Giró su cabeza, viendo la ciudad desde el balcón, nubes grises, un día lluvioso.
Bakugō se sentó frente a ella con una taza de café caliente entre las manos, y el ceño relajado.

Se quitó los lentes, dejándolos a un lado, pasó sus delgados por sus párpados.

—Hey. —la llamó, captando su atención al instante.

Hanabi le sonrió débilmente, tomando otro sorbo de su infusión, volvió a mirar la ciudad que ahora estaba bajo la intensa lluvia.

Qué no había hecho Bakugō para que se sintiera mejor.

Cuando ella sonreía, su mundo se llenaba de alegría y regocijo. Verla feliz era su razón de existir, algo de lo que nunca se cansaría.
Todas las mañanas, amanecer a su lado y abrazarla.

Solo quería su felicidad.

El sonido de la silla rechinar lo sacó de sus pensamientos, viendo como la chica caminaba a pasos lentos hacia la habitación de ambos.
Bakugō suspiró.

[***]

Se cubrió con el edredón blanco hasta la nariz, dándole la espalda a la puerta. Era consciente de todo lo que hacía Bakugō para que ella se sintiera mejor, para que sonriera.

Funcionaba, si. Pero solo por un tiempo, luego volvía a esos pensamientos negativos.

Eres inútil.
Sabes que necesitas ayuda.

Sin darse cuenta, ya estaba llorando. Y maldijo en voz baja al haber dejado sus lentes en la mesa donde estaba el cenizo.

Bakugō caminó silencioso hasta su habitación, encontrándose con Hanabi recostada en la cama, tapada y dejando solo ver su negra melena.
Se acercó a ella y también se recostó a su lado, suerte que las luces estaban apagadas, así ya no tendría que volver a ponerse de pie.

También se cubrió con el edredón blanco, viendo solo la espalda de su. chica que se mantenía en la misma pose.

[***]

El peso de otra persona en el colchón se hizo presente, e instintivamente se cubrió los labios para que no escuchara su quejidos del llanto.

Desconsiderada...

Frunció el ceño, sintiendo su garganta caliente por las inmensas ganas de llorar a gritos. No, Bakugō se preocuparía por ella... Otra vez.

Su respiración era entrecortada, y su almohada ya estaba mojada de tantas lágrimas. Se encogió en forma fetal, tratando de evitar cualquier contacto con Katsuki, se negaba a que la viera de esa manera.
Muy tarde, pues la mano del mismo estaba en su espalda, pasando a su hombro, moviendo el pulgar de arriba a abajo en forma de cariño.

—Hola... —le susurró un calmado cenizo con la voz ronca, a él le dolía en el alma verla de esa forma.

La vista se le nubló por completo, indicando que se avecinaban más lágrimas por su parte, ahora era imposible callar los quejidos y gemidos de su llanto.

Se giró para verlo a la cara, sintiendo el peso de la culpa al no cooperar con aquello.

Eres una mierda.


Cerró los ojos, siendo abrazada y estrechada contra el pecho de Katsuki que enredó sus piernas con la de ella.
Jamás dejaría que alguien le hiciera daño, pero tenía las cosas difíciles.
Puesto que ella misma se estaba matando.

Cortando el abrazo, hizo que lo mirara a los ojos.

—Te ves fea... —susurró esbozando una sonrisa, consiguiendo que ella dejara de mirarlo, posando una mano en su mejilla.

—Perdón... —balbuceó volviendo a verlo. —Sé que tratas de hacerme sentir mejor... Pero yo soy el problema. —achinó los ojos mientras empezaba a llorar otra vez.— No te culpo si te aburres...

—Oye. —cogió su cara entre sus manos, y con total seriedad le habló.—Tu eres la chica más maravillosa que he conocido, jamás me aburriría de ti. Y el día que lo haga, habré perdido una parte importante de mi vida. —frunció el ceño como siempre.—Yo te amo, y superaremos estos juntos.

Así se quedaron un rato, viéndose a los ojos, hasta que Hanabi procesó todo lo que había dicho, colorándose bastante.

Se escondió en el pecho de Katsuki que la abrazó y sonrió.

—Te amo. —susurró Yoshida avergonzada, como si fuera la primera vez que lo decía.

—Yo también te amo.

𝐁𝐚𝐤𝐮𝐠𝐨 𝐊𝐚𝐭𝐬𝐮𝐤𝐢→𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora