097----.

8.3K 517 152
                                    

[💥]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[💥]

—Estás loca.

Se quejó su marido, siguiéndola con la mirada de un lado a otro mientras acomodan su traje de heroína en el maletín.
Ni siquiera se molestó en responder. Su misión ya había sido asignada y partiría en unas horas hacia su destino, pero cierto cenizo no estaba de acuerdo en lo que se veía involucrada su esposa.

—Hanabi, te estoy hablando.

—Katsuki. —suspiró girándose hacia él. — Es mi...trabajo. —respondió señalándose a sí misma. —¡También es el tuyo, por favor!

Negó dejando sus cosas al lado de su cama, abriendo las puertas de su armario para poder cambiarse.

—Si, ya lo sé. Pero esa misión es una mierda.

—¿Y?

Bakugō frunció el ceño.
No quería a su mujer metida en ello.

—Sabes que no te haré caso. Soy buena en lo que hago.

—Nadie te ha dicho lo contrario.

—Entonces déjame, si iré. Punto.

Caminó por toda la habitación en ropa interior, saliendo de la misma hacia la cocina y aún bajo el ceño fruncido de ciertas orbes carmín.

—Bien. Iré contigo.

Yoshida bufó, sacando una manzana del refrigerador a la par que cerraba las puertas del mismo. Apoyándose en la barra que dividía la zona de su comedor principal.

—Katsu, eres el menos indicado para una misión de sigilo. Es espionaje, estaré con Kamui y Edgeshot.

—Pero podré estar con los demás fuera del lugar, así...

—Katsuki Bakugō. —habló en tono firme y serio.

—Hanabi Bakugō. —respondió en la misma forma.

La menor negó, dejando su fruta a media comer en la barra, dirigiéndose hacia él a pasos lentos para mirarlo directamente a los ojos. En la frente de Bakugō ya no había ninguna arruga de enojo o insistencia, pero sus rubíes mostraban preocupación por su compañera de vida.
Cerró sus ojos al sentir las yemas de los dedos ajenos en sus sienes, acariciando y brindando un sutil cariño en la zona.

—Sabes que debo ir... —murmuró la felina, siendo apegada al torso de su esposo gracias al abrazo que el mismo le proporcionaba.

La mandíbula del cenizo se tensó. Tenía miedo, pues a la mayoría de trabajos, ambos eran llamados como dúo.
Se debía ser más que ciego para no poder notar la clase de equipo casi perfecto que ambos podían llegar a ser.
Eran como la luna y el sol, fuego y agua, complementándose tan bien el uno con el otro.

A veces el fuego era tan abrazador, que el agua calmaba esa intensidad con si simple presencia. Siendo la misma, en soledad, fría y asfixiante en su punto máximo agresivo, el fuego podía eliminar esa hostilidad al encontrarse con el infinito líquido.

𝐁𝐚𝐤𝐮𝐠𝐨 𝐊𝐚𝐭𝐬𝐮𝐤𝐢→𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora