Ya que todos lo pidieron, un apartado especial para el Capítulo 100—!!! +18!
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El silencio en la sala común era sepulcral, solo dos agitados y fervientes corazones que formaban un lazo podían ser oídos por sus propios dueños. Hace unos minutos se estaban riendo en la cocina, charlando como amigos de toda la vida sin ningún problema en sí, saliendo cada uno con una taza de chocolate caliente para aumentar el calor corporal gracias a las bajas temperaturas de la estación.
Tragó pesado, sintiendo la nariz de Shinsō rozar la suya con suma delicadeza y gentileza, su respiración tan cerca la hacía sentir sumamente ansiosa sin duda alguna. Sus fuertes brazos, uno a cada lado mientras las palmas de sus manos estrujaba los cojines verdes en los cuales Yoshida se encontraba acostada. Sus bebidas estaban derramadas en el piso, y la rodilla de Shinsō dejó de dolerle cuando solo se centró en los ámbares felinos que tenía frente a él.
Aquel tibio tacto en ambos labios superiores provocó un temblor en toda la espina dorsal de Histoshi, junto a una corriente eléctrica que empezó en su estómago y se dispersó hasta la punta de sus pies. Sin sentirse inocente o puritano, hizo que la unión de ambas bocas sea totalmente completa. Siendo recibido con sorpresa conforme las manos ajenas y suaves de la menor viajaron hasta sus mejillas, brindando leves caricias con la yema de sus dedos.
Apretó aún más la tela verdosa hasta que sus nudillos se volvieran completamente blancos, pues su nerviosismo ante el beso era demasiado. No supo cuántos segundos pasaron, pero los ronroneos de satisfacción ya eran audibles para él, sabiendo que estaba en buen camino.
Sosteniendo su peso con una sola mano, su diestra viajó hasta la mejilla de Hanabi, buscando más tacto mientras regalaba una pícara mordida en el labio inferior ajeno, introduciendo su lengua sin descaro alguno a la cavidad bucal en busca de más. Hanabi suspiró, siguiendo el beso sin ningún problema, pues no es como si tratara de alejarlo o algo por el estilo.
Era todo lo contrario a decir verdad.
Recorrió los hombros que se tensaban gracias a la fuerza que estaban ejerciendo, viajando por sus costillas hasta toquetear su ancha espalda. Sin duda, los rigurosos entrenamientos con Aizawa, agregados ahora con los que toda su clase realizaba, habían tenido unos grandes frutos en el físico del pelimorado. Deslizó sus dedos por toda aquella musculatura, sintiendo la tensión de la misma hasta su espalda baja junto a su cintura que era bastante pequeña, pues su torso era un triángulo invertido perfecto.
Sin cortar el beso, acomodándose para no interrumpir el tan íntimo momento que se estaba formando en aquella sala, la diestra que antes se encontraba en el rostro de Hanabi, bajó hasta las costillas de la misma y acarició aquella zona con ligeros apretones, divagando ahora por sus curvas, perdiéndose en sus caderas y muslos tan suaves...Estrujables bajo sus dedos.
