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Iroh les cayó muy bien, fue bastante amable con todas y cada uno de los confundidos jóvenes que estaban ahí. Invitándoles su té, el cual tomaron agradecidamente.
—¿Te gusta esa chica, no es así?
Bakugō lo miró con los ojos bien abiertos, sintiendo cómo la infusión que estaba en su boca se le saldría por la nariz. El viejo rió con gracias, negando la mismo tiempo.
—El amor joven es el más hermoso, pero a la vez doloroso. —habló peinando la larga barba color plata que poseía
Mirando hacia la azabache que guiaba a Todoroki en su agua control, junto al pequeño Aang, el cual también era de apoyo para el bicolor avatar.
—Mejoraste mucho, Shōto. —sonrió la petisa, mientras sus ojos seguían el agua que era controlada por el mencionado.
El ambiente se había apaciguado bastante en las últimas horas, ya que ningún grupo se había mezclado con el otro hasta ahora. Pues seguían desconfiando en la aparición repentina de los visitantes "futuros", justo con ellos.
—Es todo por hoy. —Hanabi palmeó el hombro de su pupilo, regalándole una sonrisa cálida.
—Parece que a ella le gusta alguien más... —Iroh paseó sus ojos hasta el cenizo, el cual mantenía su perfil firme, admirando a la muchacha que estaba alejada de ellos.- O tal vez me equivoco.
—Viejo entrometido.—gruñó Katsuki.
—Ah... Me recuerdas a mi sobrino, él también tenía un carácter bastante fuerte y terco, pero en el fondo, era el mismo Zuko de siempre, gentil y bondadoso, preocupado.
El de iris rubí frunció el ceño, sin apartar su vista.
—No pierdes nada intentando, acércate a ella, conquístala. Es el consejo de un viejo que ya ha vivido mucho.
Iroh lanzó una de sus conocidas carcajadas.
Por otro lado, el grupo del maestro aire estaba al lado de Appa, hablando y mirando a los demás muchachos recién llegados.
—No lo sé, parecen muy confiables, y no nos han hecho nada malo, hasta nos ignoran. —Zuko suspiró, rascando su nuca relajado.
—Zuko tiene razón, no nos han dado ningún motivo para desconfiar, y su tío está con ellos, Toph también, está jugando con ese chico de cabello rojo y el rubio que actúa igual que Sokka.
—¿Que yo qué? —su novio la miró.
—Nada cariño. —le otorgó un beso.
—Hasta ahora desconfío un poco. —Katara miró al maestro aire, el cual se sentó junto a todo el grupo contario, el cual calentaba unos cuántos pescados para comerlos.
