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No habló, ni se dispuso a hacer un ruido, había quedado totalmente petrificado con el llamado de aquella maestra agua que se encontraba al otro lado de la puerta.
---¿Bakugō?
Otros tres golpes se hicieron presentes en la puerta color vino que dividía al cenizo de la muchacha de tribu agua.
Pasaron casi quince segundos, y los pasos de la misma se escucharon alejarse del lugar en donde estaba, provocando que Katsuki volviera a respirar con tranquilidad, sentándose en la cama dónde estaba recostado.
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Pasaron dos semanas y habían rumores de que un grupo en la misma Nación del Fuego estaba asaltando e hiriendo gente de su pueblo, y eso al avatar no le agradaba en nada.
Se dispuso a solucionar el problema él mismo, pues el avatar se encargaba de mantener la paz y equilibrio del mundo.
Pasada media noche, pudo identificar de inmediato a quienes provocaban la discordia entre su gente. Eran dos maestros fuego. Quienes usaban su poder para conseguir lo que querían, ya que no todos en el Reino Fuego podían dominar ese elemento.
---¡Alto ahí!
Los dos ladrones se giraron para verlo.
---Mierda, el Avatar.
Se miraron entre ellos y se dispusieron a correr del bicolor. Mala elección, pues gracias a que también dominaba el agua, rápidamente se deslizó con la mis hacia ellos, quienes no dudaron en luchar y atacar a Todoroki.
Quien reducía las llamas del fuego con el agua, congelándolos de pies, eran dos contra uno.
---Oye niño.
Una tercera voz proveniente de arriba, lo siguiente que sintió fue el abrasador calor del fuego en él.
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