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Yūei había sido invadida por La Liga de Villanos, y lo primero que hicieron fue volar todo el lugar, enterrando a casi todos los jóvenes que estudiaban ahí bajo los escombros. Solo algunos lograron reaccionar a tiempo, activando su quirk para poder salvarse, otros fueron brutalmente molidos por la estructura inestable que poco a poco se caía a pedazos.
Las casas de los alrededores sufrieron el mismo daño, dejándolos en un laberinto de cadáveres y polvo.
Bakugō gruñó mientras se arrastraba por debajo de los escombros para poder salir, tenía un brazo roto y la cabeza sangrando, con suerte pudo salvarse. Al salir de esa cueva de concreto, vio las vigas y cuerpos de estudiantes aplastados, charcos de sangre se esparcían por el lugar y el polvo que no cesaba.
Contuvo las ganas de vomitar, distinguiendo en esos cuerpos algunos de sus compañeros que tuvieron un fatídico final, suerte que habían lugares por los que podía pasar, siendo apenas iluminado por la luz del sol que brillaba.
Debía salir cuanto antes de ahí.
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Divisó a una figura masculina a lo lejos, alegrándose de ver el uniforme de la destruida academia, distinguió los ojos y cabello bicolor del chico, corriendo hacia él para abrazarlo.
No tardó mucho en corresponder, no eran tan cercanos. Pero saber que alguien de su clase seguía con vida los alegraba bastante.
-Nos tomaron por sorpresa... -balbuceó la azabache reprimiendo sus lágrimas al recordar los gritos de desesperación alrededor suyo
-A todos. -contestó Todoroki apretando su mandíbula.
Se miraron a los ojos por unos momentos, sabiendo lo que pensaba el otro.
-Ten cuidado. -Hanabi le habló mientras asentía.
Buscarían sobrevivientes.
-Tú igual. -respondió cortando el abrazo para caminar hacia delante.
Ella fue en dirección contraria, deseándose ambos la mejor de la suerte para que encontraran a más estudiantes en el lugar y siguieran a salvo.
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