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Bailar en las calles para tener una propina, era una genial idea, y más para el grupo del cenizo.La gente que los veía era agradable, animaba y apoyaba con unas monedas, o billetes, a los jóvenes bailarines que se movían al ritmo de la música.
—Ya, vámonos. —Bakugō dijo agitado por haber bailado.
Sus amigos asintieron, estaban agotados por el esfuerzo.
A descansar.
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—¡No te sueltes! —le gritó Nemuri a Yaoyorozu para que no se resbalara del tubo en donde estaba sujeta.
Podía romperse algo si lo hacía.
—Lamento la demora... —se disculpó la pelinegra de cortos cabellos entrando al estudio de baile.
—Por fin llegaste. ¿Que tal tus clases de ballet? —su profesora preguntó haciéndole un ademán para que su otra estudiante se bajara.
—Muy bien, aunque el profesor se quejó por no ver a Yaoyorozu en el ensayo... —rio nerviosa, viendo a su amiga que hizo ya mueca.
—Luego arreglo con Aizawa. Seguro se le pasa. —movió las manos divertida.
Hanabi asintió quitándose los redondos lentes, y caminó hacia el otro tubo que estaba al lado de Momo.
Pole Dance.
Si, pero para darle el capricho a sus padres, también se inscribió a ballet. En cierta forma eso le ayudaba en el pole dance, su cuerpo era más flexible.
Pero necesitaba mejorar su equilibrio.
Conoció a Yaoyorozu en esa clase, y gracias a la misma, también a Jirō. Una chica de cabellos morados que hacía bailes como robots, demasiado complicado para la de ojos ámbares.
