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No era sorpresa que los dos jóvenes fueran aliados, ya que se conocieron gracias a un rubio explosivo. El dúo no pertenecía a la Liga de Villanos, ellos eran sus propios jefes, pero casi siempre trabajaban unidos para apoyarse.
-Oye Deku, tengo ganas de ver a Kacchan otra vez. -dijo en voz alta sonriendo.
-Me trae algo de melancolía recordar a Kacchan... -respondió acomodándose los guantes negros que siempre llevaba, junto al traje elegante que lo caracterizaba.
-Es por toda la mierda que te hizo...
Canturreó pasando una de sus manos por el hombro del chico quien estaba de espaldas.
-Exacto. -contestó sereno, dibujando una sonrisa en su pálido rostro.
-Ah... No puedo creer lo que Uraraka se pierde, tus ojos son tan intensos... -sonrió colocándose frente al peliverde, que la miraba ahora directo a la cara.
Recibiendo como respuesta la mano de su compañero en su cuello, simulando estrangularla, y la otra en su cintura.
-¿Acaso quieres volver a fantesear con ella? -cuestinó la pelinegra jalando de la cortaba que llevaba el más alto. - Ya sé lo que haces cuando te metes en su casa, a la habitación de tu Julieta, y ella no está. Maldito pervertido. Le sonrió con sorna apegándose más.
Midoriya por su parte, se acercó lentamente al oído de Hanabi y le susurró.
-Tu haces lo mismo con Kacchan, querida... -recibiendo como respuesta una carcajada de la pelinegra.
Ambos se utilizaban para sus deseos carnales, imaginando que el otro es aquel amor que aún no tienen en sus manos, para complacerse mutuamente.
Se les escapaba de vez en cuando la idea de que eran ellos, pero el deseo y la tan rara relación que tenían estos dos no les era problema para seguir con lo suyo. A pesar de que la ilusión de estar con su falso amante se rompiera.
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