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Odiaba la época de celo.
Aventó la ropa que estaba en su cama, gruñiendo y llevando ambas manos a su cabeza mientras su cola se movía de un lado a otro impaciente.
—¡Lárgate de aquí! —gritó dirigiendo su mirada hacia la puerta, pudo distinguir el olor del siberiano afuera de su habitación.
Fat Gum, como le decían los tres híbridos, le había administrado y dado las pastillas para su época de celo, especial para felinos.
Pero siempre que pasaba por esa época, su comportamiento era agresivo, errático y explosivo con cualquiera. Incluyendo a sus compañeros.
Los sentidos animales y humanos se cruzaban en su organismo en esa etapa, en todos los híbridos. Aunque las hembras eran más... Extremas.
No podían ver a algún híbrido en ese periodo, pues perdían el control por completo, y terminaban en situaciones más comprometedoras.
Eijirō agachó las orejas por el grito y el desorden que escuchaba dentro, cada cierto tiempo Hanabi se ponía así, divisando a los lejos al chihuahua que se mantenía fuera del tema, ya de por si, verla tan errática le asustaba.
—Me gustaría que se calmara... —suspiró el pelirrojo alejándose de la puerta.
—No lo hará hasta que se pase o haga... Eso. —carraspeó agachando sus orejas.
—Si, lo sé.
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Hanabi no era el único felino en celo, el bicolor de la mansión también estaba en las mismas condiciones. A diferencia de que él sufría de fiebre y sudaba demasiado También se mantenía en su habitación, encerrado por completo.
