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Sero, Denki y Kirishima estaban muy seguros sobre lo que estaban hablando. Mejor dicho... Sobre una deducción de sus mentes y no rechistaron en ir a cotorrearle sus suposiciones a Bakugō.
—¿De qué mierda hablan?
Rechistó el cenizo, enojado por la intromisión a su espacio.
El trío de una sola neurona tomó asiento, preparados para hablar sobre lo que estaba pasando.
—Le gustas a Yoshida.
Bakugō mostró confusión.
—Solo observa su comportamiento cuando está cerca de ti.—Sero explicó moviendo sus manos.
—Se sienta frente a mí baboso.
Hanta fue silenciado por Denki, el cual empezó a hablar para aclarar su punto.
—Lo sabemos, pero nos referimos a las demás actividades.
—Cuando entrenamos, comemos... O estamos en la sala común.
Katsuki no les prestaba atención, solo quería que se largaran de una sola vez a dónde sea menos a su habitación.
—Yo casi nunca estoy en la sala común con ustedes, trío de imbéciles. —señaló la puerta.—Me enferman. ¡Ahora váyanse!
Primero se negaron, pero al oír un par de explosiones solo sus gritos de súplica y espanto se oyeron por todo el pasillo para desaparecer.
Bakugō no se creía esa mierda, mucho menos de alguien tan opuesta a él. Delicada, dulce, amorosa y con un aura tan chiclosa que hasta daba unas inmensas ganas de vomitar unicornios y polvo de estrellas. Recostándose en su cama, aquel "le gustas a Yoshida" no salía de su cabeza.
Ella era fuerte, con un quirk sorprendete, hábil, tenaz y bastante persistente con sus objetivos. No es que no le pareciera atractiva, bonita, simplemente... Ninguna chica había mostrado interés en él alguna vez, ya que su agresividad y mala manera de contestar era muy brusca para una chica.
Al menos eso siempre le decían.
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