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Humanos mitad animales eran vendidos como mascotas a quienes pagaban una buena cantidad.
Justo hoy había una clase de subasta de los mismos, en los cuales gente adinerada iba y pagaba la cantidad que, mayormente, subía para obtener al híbrido como pertenencia. Al igual que un animal común, habían mascotas exóticas.
Tenerlos era un lujo total.
Los subastados estaban en diferentes jaulas, con un tazón de agua y comida, una cadena atada en el tobillo, y en las muñecas para evitar problemas. En este lugar habían híbridos tanto exóticos y comunes.
El pomerania gruñía sin cesar por las cadenas que tenía, estaban demasiado apretadas para él. Llegando al punto de lastimarse a sí mismo para poder soltarse, era causa perdida.
Uno de los encargados, abrió la puerta corrediza de metal, dejando ver a una híbrida con cadenas en todo su cuerpo, y varios cuidadores armados en caso de emergencia.
-Llévenla por allá. -indicó uno de los mismos señalando la jaula que estaba al lado del pomerania.
El mismo gruñó de desagrado, no quería tener a nadie cerca.
Se percató del animal que era ella, un tigre de bengala. La cola rayada se notaba moviéndose de un lado a otro, inquieta. Y unas orejas iguales en su cabeza.
Los ámbares y felinos ojos de la muchacha viendo directamente al frente, el negro cabellos a la altura del cuello.
-Entra. -un hombre la empujó con un bastón de metal hacia la jaula, haciendo que la misma cayera boca abajo. -No sé porqué alguien quisiera una mascota como ella.
La felina no se inmutó, se quedó allí recostada en el frío metal.
Katsuki dedujo que por ser un animal bastante salvaje, estaba mucho más aprisionada, con esposas y miles de cadenas. Pues no era la única así.
También había peceras con híbridos dentro, nadando de un lado a otro, impacientes y nerviosos al no saber que clase de dueño tendrían.
Se giró para darle la espalda a la chica que ni se movía, observando otra jaula en la que habían cachorros, híbridos obviamente. Con los ojos llenos de miedo, las orejas caídas y la cola entre las piernas.
-¡Necesito refuerzos! -habló un hombre antes de salir rodando por el piso, llamando la atención de todos.
Aquel guardia había sido golpeado por un híbrido gatuno bicolor, quien al instante recibió un dardo tranquilizante en el cuello. Lográndolo con éxito y encerrándolo en una jaula lejana.
