Capítulo diez

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Aiden

Llegué a casa algo tarde.

Mi madre se encontraba sentada en la sala, viendo la televisión.

—Hola, mamá —saludé, cerrando la puerta con llave.

—Hola, Aiden. ¿Sabes algo de tu hermano? —me preguntó, preocupada.

—¿De Ashton? —Dejé las llaves en la mesa de centro de la sala. Mamá asintió—. No, ¿por qué? ¿No ha llegado todavía?

—No. Supuestamente iba a llegar a casa temprano, pero no sé nada de él.

—¿Intentaste llamarlo?

—Como diez veces. Entra el buzón de voz. Lo tiene apagado. ¿Por qué tu hermano apagaría el teléfono?

—No lo sé —dije pensativo.

Según Ashton me dijo, hoy estaría estudiando en la biblioteca para el examen de la próxima semana. Estaría estudiando con Emma y otra chica más. Probablemente él se encontraba con Emma, tal vez luego de estudiar decidieron pasar el rato juntos.

—Ya llegará —intenté calmarla.

Tomé una ducha rápida y me metí en la cama, pensando en mi hermano, el cual todavía no llegaba a casa. Era más de medianoche. Ashton acostumbraba a salir mucho todo el tiempo, pero siempre avisaba y llegaba a tiempo a la casa. También comencé a preocuparme por él.

Se me pasó una idea por la mente, una que me generó sensaciones raras. Lo imaginé en el departamento de Emma, junto a ella, a solas, en su cuarto... No sé por qué me torturaba con esas cosas. Si eso estaban haciendo o no, no era de mi incumbencia.

Papá abrió la puerta de mi cuarto.

—¿Sabes algo de tu hermano? —preguntó, también preocupado.

—No, nada. ¿Crees que le ha ocurrido algo?

—Comienzo a pensar que sí. Es tarde.

—¿Y si está con alguna chica?

—Si es eso, tendrá que explicar por qué tiene el teléfono apagado. Tu madre está muy angustiada y nerviosa.

Salió de mi cuarto.

Me senté en la cama cuando Nick apareció.

—¿Qué haces despierto? Es tarde, Nick.

—Fui a la cocina. ¿Por qué mamá tiene los ojos llorosos?

—¿Tiene los ojos llorosos? —Me angustié. Nick asintió. Palmeé el colchón para que se subiera conmigo—. Seguramente es por esos programas de romance que ella ve —inventé. No quería preocuparlo. Nick ya sufrió bastante.

Mi mente voló a Helena, mi madre. Me resultaba complicado no pensar en mi pasado. La manera en la que Helena se preocupaba por nosotros era admirable y te hacía encariñarte más. Mi pasado era pasado, pero a veces comparaba lo que tuve con lo que ahora tenía. Mi madre muerta no hacía estas cosas, no le guardaba el mismo rencor que antes, no después de que falleció, pero sí sentía tristeza por todo ello. Realmente sentía que Helena era la madre que siempre quise tener, esa que siempre necesité, la más buena de las madres, pero mi mamá biológica era mi mamá biológica, y con mucho dolor me preguntaba por qué será que ella nunca sintió ese cariño por sus hijos. Quiero decir, Helena no me conocía de toda la vida, ni a mis hermanos ni a mí, pero nos amaba como amaba a Ashton, su hijo biológico.

—Te ves triste —Nick robó nuevamente mi atención. Él tenía mucha facilidad para darse cuenta de las cosas.

—Estoy bien —respondí, con un pequeño nudo en la garganta.

La profundidad de su mirada #D4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora