Capítulo veintidós

2.4K 257 131
                                    

Aiden

Me desperté en la madrugada con un humor de perros. Maika estaba recostada sobre mi pecho, con su brazo rodeando mi cintura. Me moví con cuidado, no quería despertarla, pero me veía con la necesidad de ir a la cocina, de alejarme de esta habitación. La culpabilidad me pegó apenas abrí los ojos. Me sentía tan sucio, que dudaba de si podría dejar de sentirme así en algún momento. Esa batalla de indecisión sobre decirle o no la verdad a Maika cruzaba por mi cabeza, atormentándome aún más.

Salí de la cama, pero su mano rápidamente me tomó de la muñeca.

—¿Adónde vas? ¿Qué haces levantado? —cuestionó, con su voz algo adormecida.

—Voy a la cocina —respondí, alejándome.

—Vuelve rápido.

Solté un suspiro y bajé a la cocina, con mi celular en manos. Me serví un vaso de agua, y luego, sin hacerle caso a la batalla en mi mente, entré a la aplicación de mensajes, para ver cuándo fue la última conexión de Emma, y me llevé la sorpresa de que no se conectó desde la tarde. Revisé si tenía alguna llamada suya por si acaso, y me decepcioné mucho el ver que no.

Emma iba a volverme loco.

Solo esperaba que se encontrara bien. Entendía si ella no quería volver a hablarme, o verme, pero al menos necesitaba saber que estaba bien. Debí insistir y no hacerle caso a su mirada de reproche cuando me pidió que me fuera. Debí quedarme y enfrentar a James con ella. Me quedé divagando, sin ganas de regresar a la planta de arriba, no por no amar a Maika y preferir a Emma, sino por cobarde. Tomé asiento en el sofá y me quedé allí un rato, hasta que oí pasos en las escaleras y la vi bajar, con mi remera puesta.

—No regresaste a la cama —dijo en tono dulce, acercándose a mí. Me regaló una sonrisa tierna y estiró sus brazos para sentarse en mis piernas y rodear mi cuello.

—No tengo mucho sueño.

—¿Estás bien? —me observó con recelo—. ¿Sigues angustiado por lo de Nick?

Ese era otro tema. Por más que mis padres dijeran que Peter no tendría ventaja si intentara quitarnos a Nicholas, no podía quedarme del todo tranquilo.

—Algo —asentí, acariciando su pierna, como de costumbre.

—¿Es por eso que hoy has estado muy raro durante el día? Tu madre también lo notó. ¿Pasa alguna otra cosa que quieras contarme, Aiden? —Su tono era tranquilo, no había rastro de recelo o acusación en su voz, solo de curiosidad, pero yo, como todo un perseguido, en un primer momento pensé que sabía lo que pasó.

Me daba miedo perder a Maika, como también no poder tener a Emma. Era un idiota. No merecía a ninguna de las dos y lo sabía perfectamente. No sé desde cuándo empecé a cometer tantos errores juntos. Necesitaba regresar con mi psicólogo, descargarme, porque guardarme todo esto no me hacía bien. Me quitaba el sueño, el apetito y me invadía esa sensación de vacío y todas esas inseguridades.

—No ha pasado nada —mentí.

Maika se quedó un momento callada, pero luego dijo:

—¿Tú y yo estamos bien? ¿Estamos enojados o algo? Te siento un poco distante.

—No, claro que no —fingí una sonrisa.

Maika se quedó conmigo, en la poca iluminación de la sala. No dijo nada más y lo agradecí, ocultarle cosas era más fácil que tener que responder sus preguntas y mentirle. Mai se quedó dormida en mi hombro rápidamente y la llevé a la cama. Me quedé con ella, casi sin poder pegar ojo en lo que restaba de la noche.

La profundidad de su mirada #D4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora