Capítulo dieciocho 🔞

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Emma

Me quedé descolocada por un momento. Lo que acababa de decirme no podía ser real, no por lo mucho que yo lo deseaba, sino porque esto simplemente no estaba bien. Esa vocecita insistente dentro de mi mente me incitaba a seguirle el juego al chico que tenía frente a mí, pero también tenía dentro de mi cabeza esa otra voz que me exigía hacer lo correcto, que era pedirle que se fuera o que se ubicara, pero ésta era una voz mucho menos audible y poco tentadora. La famosa tentación hoy volvía a tocarme la puerta. Literalmente.

Aiden estaba a centímetros de mi cara. No pude evitar recordar nuestro primer beso, el primero de todos, el que ocurrió en mi casa, sobre mi cama, cuando Aiden vino a buscar consuelo en mi amistad. Era muy similar todo: en su momento, él tenía algo con Madison y, en un momento de debilidad y tristeza, él se refugió en mi boca. Hoy pasaba lo mismo, él tenía algo con otra persona y venía a buscar consuelo en mis brazos. Sería una estúpida si le permitía a Aiden que me besara, una estúpida y una inmoral, porque esto iba en contra de mis pensamientos: él tenía que respetar a su novia y hacerme a un lado. De todas formas, mi argumento tenía un pero incluido, porque sabía que no me iba a resistir a esto. Me iba a arrepentir de todas maneras: si lo besaba iba a sentirme mal luego, pero si no lo besaba iba a quedarme con las ganas y me arrepentiría después por no probar su boca otra vez.

Nuestras miradas conectaron profundamente. Fue extraño, pero vi a mi Aiden, al que recordaba, a ese del que me enamoré años atrás. No miento cuando digo que me olvidé de las cosas malas que pasaron entre nosotros. Su presencia me ponía de los nervios, traía esa incomodidad cómoda dentro de mí. Era muy raro. Mi panza estaba repleta de mariposas que, en vez de eso, parecían ser dragones. Mis manos temblaban y me costaba mantenerle la mirada por lo intenso que se había tornado el ambiente. Su pulgar acarició mi labio inferior, haciéndome cosquillas, y su mirada regresó a mi boca. Yo solo quería que me besara. Es increíble cómo su tacto quemaba mi piel. No solo quería que nos besáramos, quería que pasáramos también a otro nivel.

—¿Por qué me dices que no te bese, si en tus ojos veo que te mueres tanto como yo? —me preguntó.

—Tal vez porque te estoy mintiendo —respondí.

Miró mis ojos.

—¿Tú me quieres? —Soltó la pregunta despacio. Su mirada parecía gritarme que le dijera que sí.

¿No había quedado claro ya?

—Sí —contesté, siendo totalmente sincera. Qué débil que era. Esta situación era más fuerte que yo.

—Yo también te quiero —me dijo. Le creí. Y por primera vez en mucho tiempo, sentí que esa presión en mi pecho se esfumaba, que no odiaba a Aiden. Mis oídos querían volver a escuchar esas palabras que, a partir de ahora, se convertían en mis favoritas.

Aiden no esperó a que le respondiera. Simplemente dirigió su boca a la mía y la posó suavemente por un momento, cerrando sus ojos. Cerré los míos con placer: sentir su boca otra vez era algo hermoso, me volvía loca, agitaba mis emociones, mis sensaciones, aumentaba mi ritmo cardíaco y el calor de mi cuerpo. ¿Qué puedo decir? Su boca era un imán. Me excitaba la cercanía de nuestros cuerpos, el contacto de nuestras bocas, su mano tomándome de las mejillas, el aroma a su perfume y que nos encontráramos solos en el departamento.

Fui yo quien le pidió permiso a su boca para que mi lengua se encontrara con la suya. Apenas empezábamos a besarnos y mi respiración ya era irregular. Dejé que mis manos viajaran a su espalda y se aferraran a él: se sentía bien tocarlo y que él me tocara. Su respiración era parecida a la mía, pero él la controlaba mejor. En el beso también sentí a ese Aiden de antes, a ese chico triste que necesitaba la ayuda de alguien. Me gustó que él me eligiera a mí para hablar de sus problemas, para sentirse mejor. De repente, sus manos se colaron debajo de mi remera, y fue ahí cuando sentí mucho calor de verdad: su tacto era cálido, pero aun así erizaba mi piel. Su pulgar se movía levemente, haciéndome cosquillas. Estaba mal, pero quería subir dos tonos más con Aiden. Mi cuerpo lo gritaba.

La profundidad de su mirada #D4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora