Capítulo quince

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Emma

—¿Qué harás este fin de semana? —me preguntó Ashton, quien acababa de tomarme de la mano. Su acción me robó una pequeña sonrisa, pero ésta se desvaneció cuando mi mente voló al beso con Aiden.

En las últimas semanas no lo había visto y lo agradecía. He evitado todo este tiempo pensar en él y, hasta hoy, lo había logrado. Cada que algún recuerdo respecto a él se cruzaba por mi mente, yo lo evitaba a toda costa y ponía música o me sentaba a estudiar. En la universidad, cuando me encontraba a Ashton, me costaba bastante mantenerle la mirada. Esa noche que Aiden me besó, yo le seguí el juego, y horas antes, yo también besé a su hermano. En cierto punto me sentía sucia y una traidora. No era novia de Ashton, pero teníamos algo, y lo que hice simplemente no se me hacía correcto. En una ocasión casi se lo digo, pero me acobardé y preferí guardar mi secreto. Pero sabía bien que no iba a poder guardarme durante tanto tiempo mi secreto de mi fuerte pasado con Aiden, no si en algún momento decidía tener algo con su hermano.

—No lo sé. James quizá no salga con sus amigos, así que probablemente él se quedará en casa y veremos películas. No me lo han confirmado aún, pero tal vez mi prima venga a visitarme con su novio.

—¿Vive en otra ciudad?

—Sí, ha decidido estudiar en la universidad de Columbia. Tenía buenas ofertas. Al principio iba a estudiar aquí en Los Ángeles, pero yo sabía que ella prefería la universidad de Columbia, así que le insistí para que fuera.

—¿La echas de menos? —me observó, deteniéndose frente a la puerta de mi edificio.

—Muchísimo. Es mi mejor amiga también, y su novio es amigo mío. Los echo de menos a ambos. ¿Tú qué harás este fin de semana? —pregunté, pensando que seguramente él iba a invitarme a salir otra vez.

—Saldré de la ciudad.

Elevé mis cejas.

—¿En serio? ¿A dónde te vas? ¿Por cuánto?

—Me iré todo el fin de semana. Iré a Nueva York con mi hermano Aiden.

Escuchar su nombre provocaba que mi estómago se revolviera y mi pecho se oprimiera. Era estúpido, pero no quería que ni Ashton ni Aiden se fueran de la ciudad. Me pregunté durante un segundo si, en el pasado, Aiden viajó a Nueva York cuando ya nos habíamos separado.

—¿A qué van a ir? —pregunté con curiosidad, fingiendo que el nombre de su hermano no me importaba en lo absoluto.

—Iremos al cementerio, a dejarle flores a la madre biológica de Aiden, ya que es el cumpleaños. El año pasado no fuimos porque Aiden estaba muy... resentido. O eso daba a entender. Yo creo que él se encontraba muy triste y que le era duro viajar para visitar a su madre muerta. Ya te podrás imaginar, es algo complejo. Pero este año le ha dicho a mi padre que quiere ir y me ha pedido que lo acompañe.

Sí, no hacía falta imaginar lo duro que esto era para Aiden porque yo estuve en el momento en que su madre murió. Aún recuerdo la llamada de Aiden ese viernes por la mañana, un día lluvioso y frío, en el que tomé el teléfono y oí la voz desesperada, asustada y rota de Aiden. Ni hablar de cómo sus ojos avellana derramaban lágrimas por el dolor que la pérdida le había causado. Me dio la sensación de que aquello acababa de pasar. Tal vez estaba muy disgustada con Aiden, enojada, resentida y todo lo mano, pero me seguía preocupado por él y, por más tonto que sonara, quería darle un abrazo.

—Oh... Vaya —fue lo único que se me ocurrió decir.

—Él me tiene un poco preocupado, si te soy sincero. Estos días ha estado muy molesto, hasta ha tenido ya varias discusiones con su novia. Aiden suele ser bastante cerrado cuando quiere. En casa le hemos preguntado todos si él está bien, y nos responde que sí, que no le pasa nada, pero se le nota en la mirada. Está triste.

La profundidad de su mirada #D4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora