Tómense un momento de leer la letra de la canción después de leer el capítulo, va muy bien con el capítulo.
Emma
James me contaba una historia divertida de cuando era pequeño, mientras yo pensaba en el momento en que me di cuenta de que él era un amigo de verdad y que mis prejuicios por cómo se comportaba en el instituto casi fueron una barrera para no llegar a convertirnos en amigos. La noche en parte me hacía sentir nostálgica, tenía una sensación rara en el boca del estómago y de repente sentía esas repentinas ganas de llorar, y a eso mi amigo lo notó, pero fue lo suficientemente atento para mencionar una anécdota para distraerme. Cuando me robó la primera sonrisa, me dije a mí misma que echaría a un lado esos malos sentimientos y me concentraría en la cara cena que James se iba a esforzar en pagar.
—Es una historia media asquerosa, pero me da risa —asentí sonriéndole.
James se me quedó viendo detenidamente y formó una sonrisa. Tenía los ojos brillosos y me asusté cuando vi que una lágrima estaba por caérsele.
—¿Por qué estás por llorar?
—No estoy por llorar, solo quería ver cuánto duraba sin parpadear, pero no he logrado mucho porque inmediatamente mis ojos empezaron a llenarse de agua.
—¿Cuántos años tienes, James? —me reí.
—Lo que pasa es que tú eres una aburrida.
—No soy ninguna aburrida —refuté, mirándolo mal.
—Entonces, ¿jugamos? Quien parpadee primero pierde.
Me reí.
—Pero es que es medio infantil.
—Ya lo sé, pero ¿qué tiene de malo?
—¿Les tomo el pedido? —un chico lindo de unas ojazos avellana se nos acercó. Su presencia me puso un poco nerviosa, la manera en que me miraba me hacía sentir pequeña y, como tonta, le sonreí de una manera rara, demostrando lo que él causaba en mí.
James me dio una patadita debajo de la mesa al darse cuenta de lo boba que me veía.
—¿Necesitan tomarse un momento más? —volvió a hablar el camarero al no obtener respuesta.
—No —dije, y miré a James. Podía notar que el camarero me observaba y me daba cosa volver mirarlo—. Solo pediremos una pizza.
—¿Solo pizza?
—Sí, James, solo pizza. El restaurante es muy caro. No pienso dejar que pagues macarrones con queso, o pasta, o cualquier otro alimento que no sea la pizza, porque el precio es exageradamente caro. Pareciera como si lo hicieran con oro o algo así, es la sensación que te da al ver los precios —di mi explicación, y luego me di cuenta de que el lindo chico medio castaño y de ojos avellana me estaba mirando con una sonrisa—. Sin ofender —me apresuré a decirle.
Me sonrió.
Si sus ojos eran bonitos, ni hablar de su sonrisa.
—No me ofende, me da igual —dio una palmadita a mi espalda—. Yo solo trabajo aquí —se encogió de hombros.
Creo que me puse un poco colorada.
—Entonces, ¿les traigo una pizza?
—Sí, gracias —respondió James.
—¿Qué desean tomar?
Con James nos miramos.
—Cerveza.
—¿Cerveza? —miré a mi amigo con las cejas levantadas—. Sabes que yo no tomo.
—Hoy sí —me guiñó un ojo y volvió su vista al chico—. Dos cervezas.
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La profundidad de su mirada #D4
RomanceDespués de tanto llorar había conseguido la tranquilidad y la paz mental que necesitaba, pero todo terminó en la basura la noche en la que lo volví a ver. copyright 2020. PROHIBIDA LA COPIA Y/O ADAPTACIÓN DE LA HISTORIA. DE LO CONTRARIO DENUNCIARÉ.