Capítulo cuarenta y seis

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Emma

A medida que dejábamos el restaurante atrás, mi respiración y mis latidos volvían a la normalidad. Aun así, lo único que rondaba ahora en mi cabeza, era llegar a casa y encerrarnos, solo así me sentiría tranquila. Tengo que admitir que este miedo era más por Aiden, que por mí. Claro que sentí que yo corrí peligro en ese restaurante, pero temí más por Aiden, quien claramente fue quien más sufrió la situación. Me imaginaba lo que él debía sentir por dentro, ese miedo, esa impotencia, ese rencor de casi haber perdido la vida por ese hombre y ese odio por volver a verlo, sentado en un restaurante, haciendo una vida normal, como si no fuera una mierda de persona, como si no hubiese hecho atrocidades en el pasado.

Mis ojos viajaron a Aiden, quien miraba todo lo que íbamos dejando atrás con el auto. Parecía algo pensativo. De hecho, el auto estaba inundado en silencio. Quise saber qué era lo que él pensaba, quería conocer cada detalle de sus sentimientos. Me jodía mucho que esto estuviera pasando, era una mierda. Cómo puede ser que cada que él pisa Nueva York, el universo le recuerda quién fue y lo que tuvo que pasar. Me daba miedo que esto le afectara mucho.

—¿Van a decirme qué pasó? Porque los dos tienen cara de susto —Jackson rompió el silencio.

Quizá era mejor contarle ahora lo que pasó, en vez de decirle en casa. Pero miré a Aiden para saber qué opinaba él, pues esto no me correspondía decirlo a mí, sino a él. Aiden notó mi mirada sobre él y volteó a mirarme.

—No tienes que decirlo si no quieres —quería que estuviera cómodo.

—No, está bien —respondió. Aiden miró a Jackson—. El tipo que me apuñaló, estaba allí, en el restaurante. Me vio. Temimos que nos hiciera daño.

—¡¿Qué?! ¿Cómo...? Pero... ¿llamaron a la policía? No, es evidente que no la llamaron. ¿Cómo es que no la llamaron?

—Por eso te pedí que vinieras a buscarnos. No queríamos hacer un escándalo —dije.

—¿Papá sabe algo de esto?

—No, y no lo sabrá Jackson. Nosotros nos iremos pronto de Nueva York, así que en Los Ángeles estaremos a salvo. No pasará nada. No hace falta que le digamos a papá.

—Será mejor que no salgan de la casa hasta que se tengan que ir, solo por las dudas —sugirió.

—Sí, y a ti no se te ocurra abrir la boca, Jackson, porque papá se va a poner como loco. Ya lo conoces.

—No diré nada, pero si él supiera, yo estaría de su lado. Esto no es algo tan simple, chicos. Casi mueres, Aiden. Bueno, de hecho, te moriste, pero te pudieron revivir. No quiero recordártelo, pero es que está involucrada mi hermana y no quiero que salga lastimada por cosas del pasado. Así que, a ambos, les pido que se cuiden mucho.

—Tú tranquilo, no dejaré que nada le pase a Emma.

—Tranquilo, Jackson, estaremos bien —presioné su hombro.

Cuando llegamos a casa, ordené comida y subí a mi habitación con Aiden para que no notaran nuestra cara de susto. Ambos nos sentimos más cómodos cuando llegamos sanos y salvos, y nuestra labor ahora era no demostrar nuestro susto y descontento con lo que pasó. Mamá nos saludó cuando nos vio, de una manera más amable que ayer, como si estuviera acostumbrándose más a la idea de tener a Aiden como yerno otra vez. Nos preguntó si estábamos bien y le dijimos que sí, incluso, Aiden habló un poco con ella para disimular. Mamá no pareció notar que algo malo pasara.

—¿Estás bien? —le pregunté mientras cerraba la puerta.

—Sí, estoy bien —dijo Aiden, sacándose la campera y dejándola en la cama. No lo notaba mal, pero sí lo notaba un poco estresado y cansado. Cuando caminé hacia Aiden, él ya tenía los brazos abiertos, esperando que le diera un abrazo. Me envolvió con su cuerpo y me besó en la mejilla.

La profundidad de su mirada #D4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora