Capítulo cincuenta y uno

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Aiden

Después de que Emma y yo habláramos, ella se fue luego de darnos un último abrazo como novios. Yo tomé la decisión de quedarme un rato sentado en el parque, mirando a la nada y pensando en mil cosas a la vez, repartiendo culpas a las personas que me rodeaban, y echándome la culpa y odiándome a mí mismo por no poder ser capaz de darle a Emma lo que ella se merecía tener.

Las demás personas no tenían la culpa. Yo lo sabía. Pero la rabia, la impotencia que me generaba todo este asunto, hacía que me las agarrara con ellos, sobre todo con mi madre. Estoy consciente de que ella solo reaccionó a todo lo que pasó y que su opinión venía en base a lo que le hicimos sentir a su otro hijo, así que no me podía quejar. Eso era lo peor. Que todo esto que pasó, fue por la consecuencia de mis propias acciones.

En el momento en el que Emma reapareció en mi vida, sentí que todo mi mundo se venía abajo, no porque no la quisiera cerca de mí, sino por lo que suponía tenerla cerca otra vez. Era un cambio rotundo, un recuerdo del pasado, una persona tan importante que lograba hacer que mis emociones se mezclaran y se revolvieran. Cómo me arrepentía de haber sido tanto incapaz de hacer las cosas bien: desde el momento uno en el que la vi en ese restaurante, yo supe que ella seguía siendo igual de importante en mi vida, como si nunca hubiese pasado un solo día sin vernos, era como si los años jamás hubieran transcurrido. La amaba, la amaba tanto que mi corazón dolía, y la amaba como no podía amar a Maika, a pesar de lo grandiosa que era esa otra chica. Yo amaba a Emma, lo supe, tuve la oportunidad de dejar a quien era mi novia para no hacerle más daño y no lo hice, dejé que las confusiones siguieran nublando mi mente, dejé que mi hermano se enamorara de Emma y salieran juntos para tener la suficiente valentía de querer luchar por ella. Era asqueroso todo lo que hice, cómo lo hice. Siento que esto era como un karma para mí, para nosotros.

Ver hacia atrás, hacía que me diera cuenta de lo fácil que fue todo, porque sí, fue fácil, fue más que fácil. Las oportunidades estuvieron allí, pero no quise tomarlas. Y ahora andaba llorando por los rincones del parque.

Vi cómo Emma se marchaba y mi mirada simplemente se perdió en ella, hasta que la perdí de vista. Pasó una hora, luego otra, y recibí una llamada de mi padre, quien estaba un poco preocupado por mí después de la discusión que tuvimos en la casa hoy. También tenía un mensaje de Ashton en el que me preguntaba si estaba bien, pero no quise responderle a ninguno de los dos. Me dolió no tener un mensaje de mi madre, porque con todo lo que estaba pasando, también quería tener un mensaje de ella preguntando por mí, por mi bienestar. Odiaba estar peleado con ella, pero sinceramente no sabía qué más hacer.

Yo entendía su punto de vista, pero ella no entendía el mío, y ahí estaba mi conflicto. Aquí es donde uno de mis mayores arrepentimientos me hacía peso, donde la culpa por mis acciones caía sobre mi espalda, y es que, de haber hecho las cosas bien, mamá y yo no estaríamos peleados como ahora. ¿Y si arruiné eso? ¿Y si de ahora en adelante mi madre ya no me quería más?

No iba a poder soportar la indiferencia de ella también. Ya demasiado tuve con mi madre biológica y eso me rompió, no quería volver a parar allí.

Otra llamada de mi padre interrumpió el silencio.

—¿Qué pasa? —pregunté. Mi tono fue muy agotador, y estaba seguro de que mi padre lo iba a notar, pero no era esa la intención que tuve al responderle.

—¿Dónde estás? —Quiso saber, preocupado.

—Estoy en un parque.

—¿Qué haces ahí?

—¿Qué tiene de malo que esté en un parque? No estoy con Emma, si es lo que te preocupa —aclaré, de mala gana, molesto. Lo único que me faltaba es que me llamaran para controlarme. Eso sí ya era algo que no podía entender y que no iba a tolerar.

La profundidad de su mirada #D4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora