Capítulo treinta y seis

2.2K 228 111
                                    

Aiden

—Ashton, ¿qué pasa? —indagué.

Tenía seis llamadas perdidas suyas y como diez mensajes suyos en los que me decía que algo había sucedido. Mamá y papá tambien me marcaron un par de veces. Mi teléfono estaba en silencio, por eso no había respondido.

Esto empezaba a preocuparme. Con tantas llamadas, algo serio había sido.

—¿Qué estás haciendo? ¿Dónde estás? Te he estado llamando muchas veces. Nick está en el hospital.

No sabía exactamente por qué, pero solo con escuchar eso, los nervios empezaron a presionar mi pecho.

—¿Qué dijiste? ¿Cómo está?

—No sabemos todavía, estamos en el hospital. Lo empujaron de las escaleras en la escuela y se ha golpado la cabeza.

La rabia me consumió por completo al oír algo tan horrible como eso, pero la preocupación era más grande.

—Voy para allá.

Pasé a un lado de Emma, casi chocando contra ella. Caminé hasta la salida, con Emma detrás de mí.

—¿Qué? ¿Qué ha pasado, Aiden?

—Es Nick. Está en el hospital —contesté. Tenía un nudo en el estómago.

Pobre pequeño. Mi hermanito... Prácticamente mi hijo. Odiaba esta sensción asquerosa. De solo imaginarme sus ojitos llorosos, se me patía el corazón por completo. Mis hermanos para mí lo eran todo, el más mínimo daño era un gran daño para mí también.

—¿Qué dices? ¿Qué ha pasado?

Emma cerró la puerta y cruzó el pasillo conmigo, llegando al ascensor a las corridas.

—No sé bien, Ashton dice que lo empujaron de las escaleras en el colegio y se golpeó la cabeza.

—¿Lo empujaron? Dios, eso es horrible...

—Sí, esos estúpidos niños de...

—¡Oye! Aiden, tranquilo, cielo —me abrazó fuertemente, callándome. Tiró de mi cabeza para que recostara mi frente sobre su hombro—. Estará bien, te lo prometo.

Un abrazo de ella en un momento difícil y de incertidumbre significaba todo para mí, y no estaba seguro de que ella supiese lo importante que era este contacto para mí. No sé qué tenía Emma, pero sus abrazos eran tan reconfortantes que podía pasármela así todo el tiempo.

—Me rompe el corazón imaginarme que Nick tenga compañeros que le hacen daño... No quiero que él sufra de bullying.

Yo conocía este tipo de historias a la perfección. ¿Cómo no concer el bullying, si durante años, mis compañeros me hicieron cosas horribles?

Recuerdo que una vez también me empujaron de las escaleras y caí fuerte, lesionándome la muñeca, con la nariz ensangrentada y un moretón grande en el abdomen. Falté a la escuela durante una semana, casi dos, la muñeca me dolía bastante y, con el trabajo, todo era más complicado, Al regresar, por supuesto que a mis agresores no les importaba nada, se burlaban de mí, y los profesores y el director eran cómplices de esos idiotas porque no tomaban las medidas adecuadas y dejaban estar las cosas, como si así se solucionaran y como si yo no sufriera.

Miré a Emma a los ojos y le di un beso.

Ella, al igual que yo, comprendía estas situaciones. Recuerdo las incontables historias que compartió conmigo en el pasado, historias fuertes de abuso escolar por parte de sus compañeras de su primer colegio, en el cual, los profesores y directivos, tampoco hacían mucho.

La profundidad de su mirada #D4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora