Capítulo treinta y cuatro

2.2K 228 104
                                    

Emma

Decir que me sentía completamente feliz esta noche se quedaba corto.

En mis sueños, Aiden y yo nos besábamos libremente, sin miedos ni preocupaciones, solo pensábamos en nosotros, como esta noche. Poder besarnos ahora, después de haber hablado de verdad por primera vez en muchísimo tiempo era una gran liberación para mi mente. Es como si, después de todo, hubiésemos podido conectarnos, vibrar en la misma frecuencia.

Esa noche me quedé en el departamento con él, le envié un mensaje a James comentándole que todo estaba bien y que me quedaría esta noche con Aiden. Por supuesto, a James no le agradó tanto la idea, pero se guardó muchos comentarios que seguramente tenía y me pidió que, si pasaba algo, que fuésemos responsables y usáramos los cuidados adecuados para prevenir embarazos. No estaba segura de que llegase a pasar algo, pero tampoco descartaba que pudiese ocurrir, porque, siendo sincera, mientras me besaba con Aiden, sentí mucho calor ahí abajo, mis hormonas estaban alborotadas con ese hombre.

Pedimos pizza para cenar y pagamos entre los dos, pese a las insistencias de Aiden por pagar todo. Normalmente se suele pedir la pizza en la casa, pero ambos optamos por salir juntos a comprarla. No pude guardarme la sonrisa cuando Aiden me tomó de la mano al caminar. Se sentía irreal. Después de tanto tiempo de dolor, de miedos, de represiones, de distancia... aquí estábamos. Juntos. Aiden y yo.

Qué bien se sentía decirlo.

Recosté mi cabeza sobre su hombro mientras mirábamos la película.

—La película es bastante aburrida, ¿no crees? —comenté.

—No lo sé, no le estoy prestando atención.

—Entonces, ¿qué haces?

—Estoy concentrado en tu presencia —respondió, moviendo su cabeza para verme a los ojos.

Le sonreí también, ignorando el calor de mis mejillas.

—Eres muy cursi.

Muchas veces las cursilerías por parte otras personas me parecían un poco pesadas, pero cuando me las decían a mí, sí que todo cambiaba. Bueno, en este caso, era porque lo cursi venía por parte de Aiden. El sentido cambiaba completamente.

Su boca buscó la mía después de que me vi obligada a apartar la mirada, él me ponía nerviosa. Le respondí sin protestar. Por mucho tiempo había perdido la oportunidad y el derecho de besarlo cuando quisiese, y ahora que esa chance volvía a estar presente, no la iba a desaprovechar ni loca.

El me generaba mucho calor. Los dos estábamos solos esta noche, y por cómo iba el beso, no era raro pensar que, tal vez, algo más pasaría. Mis hormonas se alborotaban cuando se trataba de Aiden. Él tenía una forma de tocarme que me causaba muchas sensaciones inexplicables, era tan frustrante, pero tan jodidamente placentero que podía pasármela haciendo esto por muchas horas.

Sus manos estaban sobre mi cintura, me presionaba con algo de fuerza, pero sin hacerme daño. Sabía que él quería bajar sus manos hacia otro lado, pero lo notaba bastante dudoso al respecto, probablemente porque no estaba seguro de si yo tenía ganas o no. Le mordí el labio levemente y lo estiré, robándole un pequeño gemido que me generó escalofríos. Tengo que ser sincera, su gemido pudo conmigo, mojó mis bragas.

Hoy tenía ganas de sexo, de tenerlo encima de mí, haciéndomelo como la última vez, que fue muy bueno. Lo empujé levemente hacia atrás, separándome de su boca y robándole una queja: hice que pegara su espalda en el respaldar del sofá. Aiden me observaba impaciente, con ojos interrogantes. Me subí encima suyo, quedé a horcajadas, viendo su sorpresa ante mi acción. Siempre fui muy tímida, reservada, dudando siempre por dar los primeros pasos, pero con él sentía una comodidad bastante grande, más ahora que habíamos logrado llegar a un acuerdo sin terminar peleando o llorando. Como todas las personas, yo también tenía mi apetito sexual, mi admiración por el sexo, por el placer, por las sensaciones que esto generaba, más si era con amor.

La profundidad de su mirada #D4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora