Capítulo treinta

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Aiden

—¿Puedo pasar? —preguntó Cassie, del otro lado de la puerta de mi habitación.

—Sí, puedes pasar —respondí, con la mirada clavada en uno de los libros que estaba leyendo.

Oí la puerta abrirse a mis espaldas y luego cerrarse. Corrí mi silla para darme la vuelta y mirarla desde mi lugar. Sus ojos buscaron los míos, sabía que venía a hablarme de algo importante, y también sabía cuál era el tema, pero hoy no tenía ganas de hablar al respecto.

—¿Qué estás haciendo? —se sentó en mi cama, tímida.

—Estudiando. Tendré un examen pronto.

—¿Cómo puedes hacer eso? —hizo una mueca.

—¿El qué? —fruncí mis cejas—. ¿Estudiar?

—Estudiar con tantos problemas en la cabeza —su respuesta me sorprendió y me dejó pensando, hasta me obligó a apartar la mirada de la suya unos segundos.

¿A qué venía esta pregunta suya?

—Estás cansado, Aiden.

—Estuve estudiando todo el día, casi no he salido de la habitación.

—No me refiero a eso, Aiden, me refiero a que estás cansado emocionalmente y eso repercute en tu salud física. Tienes ojeras, lo que significa que no estás durmiendo bien. También te he visto tomar pastillas para el dolor de cabeza desde hace tres días seguidos. ¿Crees que eso es normal?

Me quedé callado, pensando en qué momento fue que Casandra creció tan rápido. Era muy madura para su edad.

—Es por el estrés, he tenido muchas cosas en las que pensar estos días, pero estoy bien.

—Justamente me refiero a eso: son muchas cosas que deberías hablarlas con alguien y, sin embargo, optas por encerrarte en tu cuarto a estudiar, y no es sano, porque apenas puedes dormir, tienes constantes dolores de cabeza y estás triste. Yo puedo verlo. No pretendas que estás bien, porque te conozco de toda la vida, mucho más que cualquiera de esta familia. Conozco esos ojos, Aiden.

Me froté la cara.

No me agradaba que mis hermanos se dieran cuenta de cómo me sentía. Quería demostrar que estaba bien, no era mi intención preocuparlos.

—No me gusta hablar de ella, Casandra. Emma es alguien que me duele todos los días. Estoy decepcionado de mí mismo, no entiendo cómo pude dejarme llevar por mis sentimientos y hacerle eso a Ashton. Me comporto como un idiota inmaduro, a veces no sé qué hacer, me nublo. Solo sirvo para cagarla.

—No digas eso, tú no eres un idiota, eres una persona y te has equivocado, pero no es el fin del mundo.

—A veces me siento una mala persona, fui muy egoísta. Lastimé a cuatro personas: a Emma, a Ashton, a Maika y a mí mismo. Sabía que esto me traería consecuencias, pero no me importó y lo hice de todas formas. Soy una mala persona.

—Tú no eres una mala persona, jamás vuelvas a decir eso. Una mala persona no habría hecho todas las cosas que tú hiciste para sacarnos adelante a Nick y a mí. Incluso a nuestra madre, porque a pesar de ella era mala con nosotros, tú intentabas hacer de nuestro hogar un lugar cálido. ¿O acaso no te acuerdas de tu trabajo en el supermercado después de la escuela? ¿De los cuentos que nos contabas antes de ir a dormir? ¿De todas esas veces en las que tú, sin importar lo cansado que llegaras del trabajo, te sentabas con Nick y conmigo a ayudarnos con la tarea? ¿O de todas esas veces que lamentablemente tú te quedabas sin comer por alimentarnos a nosotros? —Los ojos de Cassie estaban llenos de lágrimas. Recordar todo eso no solo me dolía demasiado a mí, sino que también a ella—. Esas cosas no las hace una mala persona. Tú no eres malo. Es como te dije, cometiste varios errores, pero nada imperdonable. El error más grande aquí no fue que te metieras con Emma sabiendo que a Ashton le gustaba, el error más grande fue no ser sincero desde el primer momento. Ashton te perdonará tarde o temprano, tiene que hacerlo. Ya verás que las cosas se solucionarán pronto.

La profundidad de su mirada #D4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora