Aiden
Al abrir mis ojos me encontré con el rostro de Emma, quien me miraba aparentemente algo impaciente. Me di cuenta de mi alrededor, de dónde estaba, de lo que había pasado, y me senté en la cama, pensativo, sin saber bien qué decir. Pero Emma es quien se encargó de formular las primeras palabras. Para mi decepción, no fueron un «buenos días».
—Tienes que irte, James vendrá en cualquier momento.
La miré un momento, pensando en Maika, y miré nuevamente a nuestro alrededor. Dentro de estas cuatro paredes perdí sumamente el control de todo y volví a encontrarme con los brazos y el calor de Emma. Anoche todo estuvo bien, fue lindo, cómodo, pero ahora el ambiente se notaba tenso, probablemente porque ninguno de los dos sabía qué decir después de las cosas que hicimos. Encontré mi ropa a un lado de la cama, sobre el suelo. Emma se dio la vuelta para no ver nada. Me quedé viéndola, pensando en si ella estaba bien, preguntándome cómo se sentía. Me vestí lo más rápido que pude.
—Puedes darte la vuelta —le indiqué, poniéndome la remera.
Volteó a verme. Sus ojos me gritaban que me fuera, y eso dolía, no quería irme sin más, quería que habláramos. Sabía perfectamente que no solo estaba impaciente porque me fuera por James, se sentía incómoda con mi presencia. No podía culparla.
—James vendrá pronto —rompió el silencio.
La miré fijamente, algo molesto.
—Lo sé, ya lo dijiste —asentí. Dudé un segundo en preguntarle lo que cruzaba por mi mente—. Bueno... ¿Qué se supone que debemos hacer ahora? ¿Hablamos de lo que... pasó anoche? —ni siquiera sabía si era buena idea mencionarlo, no por cómo ella me miraba.
Emma suspiró.
—Ahora no es buen momento —me respondió.
—Por James, claro —desvié mi vista al suelo. Esperaba que fuera por James, y no porque ella quisiese olvidarse de lo de anoche. Para mí fue algo especial. Inmoral, pero especial—. Bueno... Supongo que debo irme. —Agarré mi celular de la mesa de luz y empecé a caminar hasta la puerta. Salí al pasillo, con Emma detrás de mí. Desbloqueé el teléfono y vi unos mensajes de Maika.
Maldije mentalmente, arrepentido por todo.
Vi a un chico sentado en el sofá, de espaldas a nosotros, viendo la televisión. Quedaba claro que James había llegado al departamento antes de lo que Emma esperaba. James se dio cuenta de nuestra presencia y se volvió un segundo a vernos. Pensé que diría algo, que me insultaría por encontrarme en su casa, pero solo se limitó a darse la vuelta y continuar en lo suyo, pero era obvio que, al irme, se las agarraría con Emma y le reprocharía mi visita. No quería dejar a Emma sola, enfrentando a James, ella no era la única culpable de lo que anoche sucedió. Miré a Emma. No le debía ninguna explicación a James, a él no le incumbía las cosas que yo hacía, pero Emma estaba en el medio, así que no tenía problema alguno con dar la cara. Sin embargo, Emma me hizo una seña para que caminara a la puerta, y a juzgar por su mirada, supe que, ahora, más que nunca, quería que me fuera.
—¿Vas a estar bien? —pregunté, preocupado por ella. Ya me encontraba en el pasillo.
—Sí —dijo inmediatamente.
Dudé de ella.
—Está bien... Adiós —contesté, sin un poco de convicción.
Realmente quería quedarme, solucionar este problema juntos, como se suponía que debía ser, pero sus ojos avellana me gritaban que me largara.
Mientras conducía por la ciudad, camino a casa, no dejaba de pensar en ella, en todo. Maika cruzó mi mente, pero me propuse dejar de pensar en ella y Emma, porque con la desestabilidad emocional con la que estaba conduciendo en este momento, podría tranquilamente tener un accidente. Mi teléfono vibró en el asiento del copiloto, la pantalla se iluminó y apareció mi madre en la notificación de mensajes.
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La profundidad de su mirada #D4
RomanceDespués de tanto llorar había conseguido la tranquilidad y la paz mental que necesitaba, pero todo terminó en la basura la noche en la que lo volví a ver. copyright 2020. PROHIBIDA LA COPIA Y/O ADAPTACIÓN DE LA HISTORIA. DE LO CONTRARIO DENUNCIARÉ.