Capítulo treinta y ocho

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Emma

La mirada de Ashton era penetrante y me costaba mantenerle la mirada, pero no quería parecer una cobarde. No iba a esperar para decirle la verdad, de por sí, ya era incómodo guardar el secreto cuando él no me miraba a la cara, mucho más lo era ahora, que estábamos frente a frente, él con una mirada inquisitivamente poderosa y yo con miedo de decir la verdad.

—Creo que es mejor que entres aquí para hablar.

Ashton pensó lo que le dije, pero se negó a hacerlo.

—Tenemos que hablar, tengo que decirte algo importante —insistí.

—No sé si quiero escuchar lo que tienes para decirme, me estoy dando una idea de lo que me dirás y no me gusta en lo absoluto. Y no creo que sea buena idea que lo hablemos en el auto, porque claramente mi hermano tiene mucho que ver en esta situación, y si van a decirme algo, debe ser en un sitio más privado, donde pueda enojarme sin que me metan preso —respondió tajante, clavando su mirada en mis ojos, presionando su mandíbula.

—¿En serio quieres que espere?

—Prefiero prepararme antes de que mi novia me diga que volvió a meterse con mi hermano —dejó de verme y se alejó del auto, caminando.

—¡Ashton, espera! —me bajé, apresurándome para alcanzarlo. Él aumentó la velocidad—. ¡Ashton! Hablemos —pedí cuando lo alcancé.

Él ignoró mi mirada.

—Tengo cosas que hacer ahora, Emma. Supongo que te veré luego.

La ventana abierta... Si no la hubiera dejado abierta, probablemente él no se habría enterado tan bruscamente de lo que pasaba. Sé que de todas formas iba a molestarse y a odiarme, pero así no debió enterarse. Todo por un descuido tan pequeño...

Ashton se subió al auto y me dejó ahí parada. Me sentí muy avergonzada por todo.

Las palabras de Kendall resurgieron en mi mente. Me afectaban bastante por lo que acababa de pasar. Esa maldita duda se coló en mi mente, ese miedo de que, tal vez, perdí a Ashton, el indicado, y me quedé con el chico que volvería a lastimarme. Quité inmediatamente esos divagues, no quería envenenar mi mente con pensamientos intrusivos y negativos: confiaba en Aiden y en nuestras palabras de que la relación tomaría un rumbo positivo y sano.

—¿Emma? —La voz de Aiden captó mi atención.

Me di la vuelta para verlo.

—¿Qué tienes, amor? —frunció las cejas, caminando hacia mí. Me tomó de la mano.

—Abrázame —pedí. No tuve que pedírselo una segunda vez, él respondió a mi pedido con un cálido abrazo, y fue en ese momento que todas mis dudas impuestas por mi propia prima, se desvanecieron para darle lugar a la tranquilidad y a mi paz. Era increíble cómo podía sentir que todo estaba bien en sus brazos. Su calor me envolvía completamente. Era una difícil situación para los dos, sobre todo para Aiden, porque Ashton era su hermano.

—¿Qué pasó? ¿Qué haces aquí afuera?

—Perdóname: Ashton me vio en tu auto, dejé la ventanilla abajo —expliqué apenada.

Aiden se quedó en silencio. Temí que se molestara conmigo, pero eso no tendría sentido, porque si Ashton no se enteraba hoy, iba a enterarse después.

—No tienes que disculparte, resolveremos esto pronto.

—Gracias por no molestarte.

—Sería un idiota si me molestara.

—¿Qué haces aquí? —lo miré desde mi baja estatura, pero no dejé de abrazarlo—. ¿Dejaste solo a Nick?

—Se quedó dormido, pero está mi abuela con él.

La profundidad de su mirada #D4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora