Emma
Me quedé en el auto esperando a Aiden. No sabía cuánto tiempo estaría metida allí, pero esperaría en todo momento a él llegara para saber el estado del pequeño Nick. Aunque, probablemente, terminaría saliendo del auto, pues el olor a goma me descomponía si pasaba mucho tiempo dentro de un auto, y no importaba si bajaba las ventanas, ya que el aire no era suficiente como el viento que se adentra cuando el coche está en movimiento.
—¿Hola? —atendí la llamada de Kendall—. Anoche me acosté con Aiden —le solté la información sin esperar, estaba emocionada por hablarlo con alguien.
—¡¿Qué hiciste qué?! —gritó.
—¡¿Qué hizo qué?! —Chad imitó el tono de Kendall.
De haber sabido que él iba a estar escuchando la llamada, no habría dicho eso. No es que fuese algo del otro mundo, pero estuve a punto de añadir a la información que fue sexo del duro y del bueno. Ya sabía qué no hacer para la próxima.
—¡Dios! No me dijiste que Chad estaba oyendo.
—No me diste tiempo de hablar —se defendió.
—¿En serio te acostaste con Aiden? ¿No era que salías con su hermano? —preguntó Chad.
Genial. Mi conversación ahora sería compartida con el novio de mi prima.
—Bueno, ya no somos novios —respondí.
—Claramente. ¿Cuándo se lo dijiste? —Quiso saber ella.
Hice una mueca.
Creo que, al no haber terminado mi relación con Ashton desde un principio, convertía lo de anoche y lo de esta mañana en una infidelidad.
—De hecho... no se lo dije —sentí vergüenza de admitirlo.
Ahora que analizaba mejor las cosas, era culpable de haber cometido una infidelidad. Otra vez volvía a meter la pata. Los dos. Aiden y yo. Hubiese sido mejor que no pasara nada entre ambos hasta que hablásemos con Ashton, pero el deseo contenido, el extrañarnos por tanto tiempo, hizo que perdiéramos la cordura y nos dejásemos llevar por el amor y las ansias físicas. Pero como toda la adulta que ya era, el cargo de consciencia llegaba a mi puerta y me hacía recapacitar las cosas.
—¿No se lo dijiste? Emma, sabes que eso no está bien.
—Lo sé. Supongo que le di más importancia a la calentura que a la moral —hice una mueca y me mordí el labio con nerviosismo.
—Debes decirle —insistió.
—Se lo diré, Kendall, quédate tranquila.
—Emma, sé que amas a Aiden, pero no quiero que él vuelta a romperte el corazón. Tienes que pensar bien lo que haces, Aiden no es maduro, le falta crecer como persona para merecerte.
—Prometió cambiar —lo defendí.
—¿Y le crees?
—Le estoy dando una oportunidad. Quiero creer en él. Anoche hemos hablado de tantas cosas, hemos reído, me ha pedido perdón... Fue el Aiden del que me enamoré.
—Pero sabes que el Aiden del que te enamoraste era un buen chico que lamentablemente ocultaba muchos secretos y le faltaba madurar y amarse a sí mismo antes de estar contigo, ¿recuerdas? Te dejó...
—Detente, Kendall. Sé a dónde quieres llegar. No me hagas dudar de él, necesito tu apoyo en esto. El único que lo sabe es James.
—Lo siento, pero no estoy de acuerdo con que estés con Aiden.
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La profundidad de su mirada #D4
Storie d'amoreDespués de tanto llorar había conseguido la tranquilidad y la paz mental que necesitaba, pero todo terminó en la basura la noche en la que lo volví a ver. copyright 2020. PROHIBIDA LA COPIA Y/O ADAPTACIÓN DE LA HISTORIA. DE LO CONTRARIO DENUNCIARÉ.