Capítulo sesenta y cinco

740 63 15
                                    

Aiden

Llegó el día de la mudanza a Nueva York.

Ashton y yo fuimos en el auto. Mis padres fueron en el de ellos con los niños.

Aún no había hablado con Emma respecto a la mudanza. De hecho, casi dejamos de hablarnos los últimas días. Dejé de responder sus mensajes porque entendí que hablar con ella me generaba demasiada ansiedad. Siempre que le respondía me quedaba pegado al teléfono esperando a que ella me contestara y no era sano para mi salud mental, menos ahora. No pensaba dejar de hablarle para siempre, pues no me sentía listo para ello. La idea simplemente me espantaba.

Hicimos varias paradas para poder cambiar de conductor, así Ashton y yo teníamos un tiempo para descansar cuando a uno le tocaba conducir. El viaje se me hizo eterno. Sentí nervios cuando vi el cartel de bienvenida a Nueva York. No solo regresaba allí buscando un mejor futuro para mi abuelo, sino que regresaba a un pasado que siempre quise olvidar.

El camión de la mudanza aparcó fuera de casa. Estuvimos un buen rato bajando cajas y dejándolas en nuestra nueva sala. La casa era bonita y espaciosa, pero aún no se sentía cálida como la que teníamos en California.

Era un poco extraño imaginar que yo tenía una casa en Nueva York. Nunca tuve una. Pero hoy regresé a mi ciudad natal con una familia conformada con hermanos, padres y hasta mi abuela y los perros. Se me escapó una sonrisa, pero mi sonrisa contuvo algo de tristeza.

—¿Qué? ¿Qué haces ahí parado viendo las paredes? —Ashton entró en mi cuarto y dirigió su mirada hacia donde yo la tenía.

—Nada, estoy pensando.

—No es la primera vez que te encuentro así. Casi todos los días te veo parado mirando un punto fijo. Empiezas a preopcuarme.

—Solo estoy pensando.

—¿En ella? ¿Ya se lo dijiste?

—No. No se lo dije y no sé si se lo diré.

Ashton no estuvo muy de acuerdo con mis palabras.

—Si son amigos tendrás que decirle.

—Sí, en algún momento —acepté.

—¿Sabes que ella y yo seguimos siendo amigos? —elevó las cejas. Lo miré—. Porque me gustaría encontrarme con ella un día de estos. Digo, es la única amiga que tengo aquí en Nueva York y me serviría que ella me ayude para conocer la ciudad —explicó.

—Para conocer la ciudad, me tienes a mí. Nací aquí, ¿lo olvidas? Conozco cada sucio rincón de esta ciudad —me apoyé en la pared.

—El punto es que quiero ver a mi amiga, Aiden. Y si yo estoy aquí, ella hará preguntas y tendré que responder y no quiero mentir. Ya me he guardado la noticia por ti durante un tiempo.

—Es que es difícil, Ashton —expliqué, pero no le dije por qué. La verdad, ni siquiera yo entendía el por qué. Mi cabeza era un lío—. Antes estaba tan lejos de ella y ahora estoy a minutos de distancia y... no sé. Tengo miedo. Tal vez son estas estúpidas esperanzas de que regresemos. De invitarla a salir para que nos veamos y me rechace.

Sentí la mirada de Ashton sobre mí, pero no lo miré. Seguí mirando un punto fijo.

—Tienes que solucionar este tema, hermano —palmeó mi hombro—. Tengo ganas de verla.

Si él deseaba verla yo no podía impedírselo. No podía ser egoísta y prohibirle a mi hermano ver a Emma. Sé que él la quería mucho y la extrañaba, y si tenían la oportunidad de verse, tenían que hacerlo. Yo no podía meterme en el medio por mis propios problemas.

La profundidad de su mirada #D4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora