Capítulo cincuenta y siete

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Emma

—¿No quieres que mejor te lleve a casa? Creo que es la opción correcta —sugirió James a mi lado. Nos encontrábamos en el pasillo del hospital, esperando. Pero realmente no sé qué es lo que esperaba.

¿Mi intención era esperar a que Maika saliera? ¿Me senté aquí a esperar a hablar con Aiden sobre la situación?

No le di importancia a la pregunta de James. Él respetó mi silencio y lo tomó como una respuesta. A pesar de que mi cabeza asomaba pensamientos incómodos, hice lo posible para no pensar tonterías respecto a los dos chicos que estaban en esa habitación.

Nada malo tenía por qué estar pasando. No le permití más el paso a las inseguridades y esperé. No quise pensar en nada más.

Maika salió rápidamente de la habitación, lo cual me sorprendió bastante porque pensé que duraría más allí. Noté rápidamente que estaba llorando y vi el dolor en su mirada. Aiden le había roto el corazón, lo supe en su angustia. Sentí tanta pena, tanta tristeza por ella, que tuve el impulso de darle un abrazo y pedirle disculpas.

Maika me observó.

—Puedes entrar —mencionó, con la voz rota, pero hablándome bien. Ella no era una persona conflictiva y se notaba. Maika era madura, Aiden me lo dijo antes.

Maika se marchó y yo me quedé en el asiento, observándola marcharse. Pensé en entrar a ver a Aiden nuevamente, pero no podía dejar que Maika se fuera así. Tenía que hablar con ella, porque, aunque sé que no me perdonaría y que no quería hablar conmigo, no me podía quedar de brazos cruzados. Quise ser valiente e ir a pedirle disculpas a Maika en la cara. Aiden y yo la lastimamos y ella no merecía pasar por eso.

—¡Maika, espera! —alcé la voz, levantándome rápidamente de mi asiento. Noté de reojo la expresión de sorpresa y confusión de James, quien no entendía por qué iba a hablarle a Maika.

La muchacha se dio la vuelta en el primer llamado y me miró dudosa. Me apresuré a llegar hasta ella y reduje mis pasos cuando casi estuve frente a ella.

—¿Qué? —elevó las cejas. Noté cómo luchaba incansablemente por mantener las lágrimas en sus ojos, pero no lo lograba. No era un buen momento para hablar con ella, pero no estaba segura de si iba a tener una nueva oportunidad de verla en el futuro.

—Escucha... Sé que soy la persona menos favorita de tu mundo porque llegué aquí y destruí tu relación con Aiden, pero...

—No, tú no fuiste la única culpable, porque Aiden era mi pareja y decidió conscientemente que quería estar contigo —me interrumpió. Maika no me faltaba el respeto, no me hablaba en un tono de rabia, pero el dolor en su voz escondía la impotencia y el rencor.

—Ambos hicimos muy mal todo. No pretendo que me creas, porque estás en todo tu derecho de pensar lo que quieras de mí, pero lo lamento demasiado, Maika. Ojalá hubiera sido todo distinto. Jamás tuve nada en contra de ti y jamás quise hacerte daño.

No pude descifrar si Maika creyó mis palabras o no, pero eso no importaba, pues esto era lo correcto. El fin era disculparme, más allá de que me perdonara o no.

—¿Por qué me dices esto?

—Porque sé lo mucho que te duele y, aunque no me lo creas, no quiero que sufras.

—¿Sí? Pues es un poco tarde para eso, Emma. ¿No crees? —Esas palabras sí fueron rencorosas, pero no la juzgué.

Lo culpable que me sentía ahora no me lo quitaba nadie, pero esta era una de las tantas consecuencias que me merecía por haber cometido tantos errores con Aiden.

La profundidad de su mirada #D4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora