💚 Primera parte de la bilogía |Draco Malfoy| 𝓐𝓷𝓲𝓵𝓵𝓸𝓼 𝔂 𝓟𝓸𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼.
Creía que los miedos se proyectaban únicamente en los sueños... Pero, ¿quién pensaría que podrían hacerse realidad?
Desde pequeña mi madre y mi padre me rogaron que m...
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Para mejorar la experiencia recomiendo escuchar la canción "Again" de Noah Cyrus a partir de ahora.
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Mi mano se deslizó por la suya, consumida por mis ojos ahogados.
Las uní, llevándolo hacia el cuarto de baño, deshaciéndonos de los zapatos en el camino. Me di la vuelta lentamente para poder abrir la cortina color plata a mis espaldas. Cerré los ojos, sintiendo sus dedos apartar mi cabello a un lado. Su calor se volvió aún más asfixiante, sintiendo sus manos en mi cadera para sentir mi cuerpo.
Todo se sentía amargo, triste y decaído. Aún así, quería dejar de sentir ese vacío que ahuecaba mi corazón y reemplazarlo por cualquier otra cosa que lo distrajera.
Sus manos quitaron mi camiseta, dejando la piel libre para que su nariz se deslizara por mi cuello. Una de sus manos seguía en mi cintura, bajando por mi estómago. Suspiré por sus labios dejando caricias húmedos, mordidas y roces. Sentía cada parte de mí, arder. No podía pensar en otra cosa, que saciarnos.
Me di la vuelta, viéndolo quitarse la camiseta para dejar, otra vez, su figura de ensueño.
Bajé la vista hacia la hebilla de su pantalón y luego lo miré a los ojos, pidiéndole permiso para hacerlo. Su mano me guió para que lo hiciera, dejando caer la tela al suelo. La tela y lo que traía debajo, quedaron frente a mí, presionando mi estómago. Sentí mi corazón volver a funcionar, cuando olvidase todo a mi alrededor.
Su dedo rodeó el elástico de mis shorts, haciendo lo mismo que yo. Asentí, permitiéndole hacer lo que quisiera conmigo. Tragué saliva al sentir sus dedos y mi figura, mucho más delgada de lo que era, al afuera. Cierta parte de mí creía que había sido para mejor, porque me había deshecho de una de mis más grandes inseguridades; las curvas de mi piel.
Me di la vuelta, sintiendo su tacto hirviente al desabrochar mi sostén.
—Puedes decirme que no, si no es lo que quieres, ¿lo sabes? —lo oí susurrar en mi oído, estremeciéndome.
Dejé ambas manos en su pecho, a nada de tocar sus labios.
—Lo quiero —asentí—. Quiero hacerlo, Riader.
Dejé el agua caer en la bañera en un ruido ensordecedor.
Nos admiramos el uno al otro por varios segundos, enamorándonos de cada parte de nuestra piel.
Mi vista se posó en sus labios, al igual que los suyos a los míos. Llevé mis manos a su mandíbula y lo atraje hacia mí para besarlo. Moví mis labios, encarcelándolos en todos mis sentimientos. Dejando ir una parte de mí, abandonando la inocencia para entregarme a ello, a la ceguera. Sus manos presionaron mi cadera, llegando a mi cintura para estar cerca. Relajé mis brazos en su cuello, entrelazando mis muñecas detrás de su cabeza. Nuestras lenguas jugaban en los labios del otro, desesperados.
