𝐋𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈: 𝐈𝐧𝐟𝐢𝐝𝐞𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬

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Cariño. Su voz se hizo más clara—. Hola mi niña, abre los ojos.

Sentí sus dedos acariciar mi cabello, las yemas rozando mi piel.

Me incorporé, pasando una mano por mi rostro para despertarme. La dejé sobre mis ojos, la luz quemaba mis pupilas. Y, como si se tratara de pestañear, el frío golpeó la calidez de mi cuerpo.

Chiara... Su voz bombeo aún más fuerte en mi corazón.

Levanté la vista, con el pánico impregnado en las venas.

Un vestido hecho pedazos era lo único que me cubría el cuerpo. Cada copo de nieve sobre el suelo quemaba mi piel desnuda y mi cabello parecía haber crecido largos y largos centímetros. La manta, el árbol a mi lado, Draco, Malfoy Manor, el jardín... No había nada de ello. Era mi jodida piel siendo quemada por el hielo bajo la destrozada tela del vestido. Mis manos temblorosas se deslizaron por la nieve, sin comprender el bosque teñido frente a mis pupilas inquietas. Mis pies estaban llenos de cristales incrustados en sangre, y un lago congelado a unos metros era mi único acompañante. Tragué saliva. No sabía qué hacer.

Me sostuve el pecho, inhalando frenéticamente.

—Querida, todo está bien, estoy aquí.

Me di la vuelta, aún sentada en el suelo.

En cuanto mis ojos pestañearon y mi cabeza giró hacia atrás, el panorama desapareció. Narcissa estaba detrás de mí, vistiendo un abrigo negro con pequeños retazos de encaje y tejidos de color plata. La noche volvió a caer sobre mi cabeza y el árbol que le dio comienzo a todo, estaba junto a mí. Las mantas cubrían mis piernas y Draco aún descansaba a mi lado.

—Yo... ah... —Balbuceé, aun intentando recuperarme.

—Puedo verlo en tus ojos —contestó con una pequeña sonrisa.

Asentí un poco mareada.

—¿Están...? ¿Son dorados?

—Ya no —negó, nostálgica—. Vayan adentro, hace mucho frío afuera. Los elfos se encargarán de llevar las cosas.

Acarició la cabeza de su hijo mientras intentaba recomponerme.

—Draco, hijo —susurró, insistiendo hasta que el rubio soltó un quejido y pasó ambas manos por su rostro—. Es hora de entrar, no quiero que empeores.

Hacía demasiado frío.

—Estoy bien, no va a suceder nada —murmuró con la voz ronca, incorporándose.

—Toma, no olvides beberlo —le extendió un frasco pequeño de color azul.

—Si, sí.

Narcissa sonrió mientras se alejaba.

"Slytherin" 𝓐𝓷𝓲𝓵𝓵𝓸𝓼 𝔂 𝓟𝓸𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora