𝐗𝐋𝐈: 𝐈𝐫𝐢𝐬 𝐝𝐞 𝐎𝐫𝐨

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Draco se acomodó un poco en cuanto abrí mis ojos, moviendo su brazo para rodear mi cintura

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Draco se acomodó un poco en cuanto abrí mis ojos, moviendo su brazo para rodear mi cintura. 

Recostando mi cabeza sobre la palma de mi mano, hice todo mi esfuerzo por despertarme de la profunda ensoñación. Bostecé, acariciando su cabello rubio mientras dormía. Por simples gestos como ese, mi corazón latía diferente al ver sus facciones. Nunca había estado tan decidida a no dedicarme a otra persona. No estaba segura si me habían hecho beber Amortentia o tenía la posibilidad de sentir tantas cosas por una sola persona.

Estaba aliviada de sentir que, por un jodido momento, las cosas no estaban dándose catastróficamente.

Caí en cuenta que, tal vez, si estaba enamorada de cada momento en que lo veía a los ojos, cuando reía o hacía alguna estupidez. Cada vez que estaba presente en la misma habitación o, simplemente, era la forma en que su cuerpo anhelaba el mío. Ahí estaba de nuevo, observándolo como lo hacía siempre que lo tenía cerca. Como lo hacía cuando de niña, cuando sentía esas mariposas recorrer mi estómago y mi cabeza dar vueltas. Sonriendo por la manera en la que sus brazos recorrían mi cintura y su respiración se mezcla con la mía. Debilitándome por su toque, por su perfume y su piel fría.

Mi estómago daba vuelcos y mi corazón se aceleraba cuando me acercaba aún más a su cuerpo, dormido. Como si no quisiera perderme jamás, como si las palabras que dijo anoche, fueran tan reales.

Se veía como el pequeño niño que siempre conocí.

—¿Enamorada? —oí preguntar a Theo.

—Lamentablemente —murmuré.

Se rio.

—Me alegra verlos juntos de nuevo —sonrió mientras se incorporaba.

—¿Estás seguro de que no me dio Amortentia?

Mis uñas acariciaron su cabello rubio con delicadeza.

—Estoy seguro de que no lo hizo —pasó ambas manos por su rostro—. No tienes ni idea de lo que nos habla de ti. Ya no quería escucharlo.

—Hemos pasado por mucho, pero no importa cuánto intente alejarme, siempre encontramos la manera de estar juntos y volver a cagarla.

—Quizás no deban.

—¿Qué cosa?

—Quizás no deban separarse y por eso siempre vuelven a estar juntos.

Me perdí en su rostro afilado y perfecto. La luz sobre las persianas, adornaba su piel blanca.

—Sé lo mucho que me amas, Snape —contestó Draco, aun con los ojos cerrados.

Mordí mi labio inferior y negué con la cabeza.

—¿No te cansas de escuchar conversaciones ajenas? —golpeé levemente su rostro.

Se quejó, gruñendo.

"Slytherin" 𝓐𝓷𝓲𝓵𝓵𝓸𝓼 𝔂 𝓟𝓸𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora