𝐗𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈 "𝐋𝐚 𝐧𝐨𝐫𝐦𝐚𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝"

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En cuanto me levanté, la cama estaba vacía

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En cuanto me levanté, la cama estaba vacía. Pansy se había ido.

Me incorporé y froté mis parpados. Mi garganta estaba desierta, mis ojos pesaban y no aguantaban el brillo acuoso de las ventanas. Tenía todo el cuerpo adolorido y ni hablar de cómo mi cabeza estaba por estallar. Me quedé unos minutos observando mis manos, mi ropa y lo que tenía al alcance. 

Ahí fue cuando recuperé la cordura y los recuerdos de anoche revolvieron mi estómago.

Me levanté de mi cama y me observé en el espejo del tocador, cargando unas ojeras que llegaban hasta la torre de Ravenclaw. Puse atención en la marca que se encontraba en mi mejilla, era un beso de labial marrón.

Sonreí, negando con la cabeza.

Entré al baño y mojé mi rostro. Cepillé mis dientes, acomodé mi cabello y bebí varios sorbos de agua para calmar la sed mortal que arañaba mi garganta. Parpadeé mil veces para poder apartar el sueño.

Tomé unos shorts y una camiseta blanca que casi lo cubría por completo.

Miré el reloj sobre mi escritorio, que marcaba las diez de la mañana, anudé las primeras zapatillas que tenía al alcance y baje a la Sala Común, que era habitada con algunos alumnos derrotados por la fiesta. Otros no tenían ni voz, por tanto, gritar sobre la música y, para mi sorpresa, habían dejado el lugar, como nuevo.

Cubriendo mi boca para bostezar, caminé hacia el Comedor, cruzándome con miradas con los gemelos. Los recorrí con la vista, dándoles una sonrisa.

—¿Mala noche? —preguntó Fred, recorriendo su brazo por mis hombros.

—¿O una mala fiesta? —preguntó George.

—Fiesta y noche complicadas —rodé los ojos.

Entramos al Gran Salón.

—Desayunarás con nosotros —dijeron al unísono.

—Lo siento —negué con la cabeza—, tengo que hablar con mis amigos.

—¿Acaso fue una pregunta? —hablaron al mismo tiempo, mirándose el uno al otro.

—Chicos...

Antes de que pudiera quejarme, George me levantó, ante los ojos de todos los estudiantes allí.

—¡Oye! ¡Bájame!

Me sentaron en la mesa de Gryffindor, junto al trío de oro. La cosa estaba tan extraña, que podía tomar la incomodidad en el aire, con ambas de mis manos.

—Cuéntanos qué te tiene tan abrumada, aunque sabemos que tiene algo que ver con tu novio y ese tal Balaguer —dijo Fred, evitando las miradas incómodas de Ron y Hermione.

—Qué mal gusto tienes—contestó su hermano.

—Me encantaría que una vez en mi corta vida, los rumores dejaran de recorrer el castillo.

"Slytherin" 𝓐𝓷𝓲𝓵𝓵𝓸𝓼 𝔂 𝓟𝓸𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora